¡Ya casi os he comentado o insinuado casi todo! (no me quejaré, que Pablo si no, me acusa de que siempre me estoy disculpando) En fin, ya os he contado a grandes rasgos como era nuestra rutina diaria: Pablo se marchaba por las mañanas al labo, y yo me reunía con él en el campus a mediodía. Luego, por las tardes, si tenía trabajo que hacer me llevaba el ordenador conmigo, o bien me iba un ratejo a la sala de ordenadores (sí, a aquella en la que vimos a un doble de César…), hasta que Pablo salía. Luego, muchos días bajábamos hasta los supermercados (el Safeway quedaba más cerca, el Fry’s un poco más lejos) y después, de vuelta a casita con la compra.
Uno de esos días que bajamos al Fry's (recuerdo que fue el día en el que por fin conseguimos hacernos la tarjeta de fidelidad del supermercado -cosa que, no os vayáis a creer, marcaba una grandísima diferencia: los precios se reducían con ella así como un 20%, incluso a veces más), cuando ya por fin estábamos cargando la compra en nuestras bicicletas, se nos acercó OTRO de esos fanáticos (y digo otro, porque no me hace falta jugarme la mano para saber que hay MUCHOS OTROS como él).
Pensábamos que no había nada peor que los americanos estúpidos e ignorantes, pero sí lo hay: los americanos estúpidos e ignorantes que ven documentales en la Fox y en la CNN y por eso se creen los seres más inteligentes del planeta.
En fin, chicos, pues nos tocó el gordo (tanto literal como metafóricamente)… El repartidor del correo, creo que era, el caso es que el tipo tenía ganas de pegar la hebra, y vio su oportunidad en cuanto nos oyó “hablar en raro”… ¡Con lo fácil que hubiera sido hacerse los suecos y punto! Pero claro, yo aún pensaba que no mentir con eso de que entiendes el idioma era de buena educación. Un consejo: ante situaciones así, no lo dudéis: sois checos y no entendéis ni pijo... Además, ¡la educación es para los educados!
Y claro, como no es que tardáramos precisamente poco en cargar la cesta de mi bici y nuestras sendas mochilas, y el tío erre que erre… La verdad es que no me acuerdo muy bien de toda la sarta de gilipolleces que llegó a decir, pero sé que nos entró muy, pero que muy maleducadamente preguntando de "qué parte de Europa éramos", ya haciéndose el listillo (joder, no era muy difícil adivinar que de esas latitudes, precisamente, no éramos…)... Bah, lo típico, pensamos, y cuando le dijimos que de España, según me recuerda Pablo, el pavo empezó a decirnos que, por si no lo sabíamos, los conquistadores españoles habían descubierto México y el sur de EEUU, con Cristóbal Colón y todo eso... ¿¿Qué cara se supone que tiene que poner uno cuando un yanqui de la estepa te informa de tal descubrimiento??
Vaya, al principio le contesté, pero juro que cuando vi por dónde iban los tiros, intenté quitármelo de encima (¡vaya que si lo hice!), "oiga, que no le entiendo", pero nada, el tío, erre que erre, que por si no nos habíamos enterado, un grupo de egipcios habían entrado en el país y estaban en busca y captura, y que lo mismo estaban, en ese momento, poniendo una bomba en la central nuclear más cercana... (luego nos enteramos de que eran un grupo de estudiantes que la administración había perdido sus papeles, mientras ellos estaban tranquilamente en Berkeley, empezando su estancia, y ajenos a que les estaban buscando por terroristas...)... Y yo, que como ya os digo, iba de educada, le contesté algo del estilo de "Mire, mejor no pensar en la posibilidad de que vayan a poner una bomba..." ¡Uf! ¡Eso sí que le cabreó! Tras mi respuesta, empezó a decirnos que vaya, que es que a los europeos nos daba a todos igual, que claro, que los españoles nos deberíamos sentir avergonzados por lo que había hecho nuestro gobierno de retirar las tropas de Irak (pues eso, lo que yo os digo, un enteraíllo)… Que claro, que eran ellos, los americanos, los que siempre nos tenían que salvar el culo… Claro, no os vayáis a creer, esto en un “yanqui farfullao", que sólo se le entendían las intenciones…
En fin, mientras Pablo seguía cargando nuestras cosas en las bicis, el tío dale que dale… Hasta que al final, por fin decidió acabar su perorata, diciéndonos algo así como que “que ya nos podía dar vergüenza, porque qué se podía esperar de un país cuyo gobierno era comunista” (os prometo que dij
o eso… Mira que le he dado vueltas, pero no logro entenderlo… Lo mismo lo extrajo de algún discurso de Aznar retransmitido por la Fox… O que para los yanquis enteraíllos, todo lo que suene a “socialista” es más rojo que el tomate…)… Por fin, con aquella lapidaria frasecita, cogió su furgoneta de reparto y se piró (menos mal que se limitó sólo a eso, y no sacó la escopeta recortada de la parte trasera del coche… Aunque si hubiéramos tenido pinta de egipcios, no sé yo…).
Luego llegamos a la conclusión de que, aunque supongo que yo le provoqué porque le contesté a sus primeras preguntas impertinentes, habíamos salido bastante bien de aquello, porque no creo que a ese energúmeno le hubiera hecho falta mucho para tomarse la justicia por su mano (¿sobre qué? Ni puta idea. Lo mismo se pensaba que estábamos ofendiendo a su excelsa patria comprando en su supermercado), o para denunciarnos a la poli por "alta traición" o por "sucios europeos" (qué términos más peliculeros, ¿no?)... Mmmm... Qué sé yo.
Luego habrá urbanitas neoyorquinos que se avergüencen de su Far, Far West… Ejem, ¡¡¡¡¡pero es que tienen razones de peso para avergonzarse!!!!! (chicos, cada uno aguanta sus sanbenitos… Nosotros también tenemos por aquí a cada uno…). Por supuesto, después de esta instructiva experiencia, sí decidimos pasar por europeos: ¡pero haciéndonos los suecos! Y aunque no conseguimos quitarnos de encima a los pesaos, por lo menos el método de no sentirnos obligados a contestar todas sus impertinencias nos hacía la vida ligeramente más fácil...
(Aprovecho aquí también para colocaros las dos capturas del Google Earth de nuestros supermercados: la primera es de nuestro Safeway y la segunda, de nuestro Fry's -precisamente podéis ver el aparcamiento donde nos pilló por banda el cafre...-).