lunes, 29 de octubre de 2007

Retrospectiva histórica de Las Vegas. Primera Parte

Ya estoy de vuelta, he tardado un poco en preparar el post que me ocupa, porque quería proporcionaros una perspectiva histórica sobre Las Vegas (la verdad es que es algo que uno se pregunta cuando llega allí... ¿¿¿Cómo habrá llegado todo esto aquí???).

La información la he sacado casi íntegramente de la página HISTORY OF LAS VEGAS, pero como está toda en inglés, os he traducido los trozos que me parecían interesantes (no entiendo porque hay tan poca información traducida de las cosas en Internet, y me he decidido a traducir esto, porque lo que he encontrado en español me ha dado vergüenza de mi lengua materna). Ahí va [os añado mis propios comentarios entre corchetes]:

Historia de Las Vegas

En la prehistoria, la zona sur de Nevada en realidad era una zona pantanosa con abundante agua y vegetación.

Con el paso de los lustros, la zona pantanosa fue desapareciendo. Los ríos desaparecieron bajo la superficie de la tierra. Los extensos pantanos evolucionaron para convertirse en un paisaje seco y árido en el que únicamente sobrevivían las plantas y los animales más resistentes. Las aguas subterráneas pertenecientes a las complicadas formaciones geológicas que formaban parte del Valle de Las Vegas brotaban a la superficie esporádicamente para nutrir a especies de plantas exuberantes, que crearon un oasis en el desierto, a medida que esas aguas fluían en dirección al Río Colorado.

En 1993, unos obreros de la construcción descubrieron los restos de un mamut colombino que se encontraba en el área durante la época prehistórica. Los paleontólogos estiman la edad de los huesos entre 8.000 y 15.000 años. El oasis del Valle de Las Vegas estuvo oculto durante siglos, excepto para los indios americanos, ya que estaba protegido por el árido y calurosísimo Desierto Mojave.

En 1829, el comerciante mejicano Antonio Armijo que conducía a un grupo de 60 personas a lo largo de la Ruta Española hacia Los Ángeles, se desvió del camino conocido.

Mientras la caravana de Armijo acampaba el día de Navidad aproximadamente a 100 millas al noreste del actual emplazamiento de Las Vegas, un grupo de reconocimiento se movió hacia el oeste en busca de agua. Un joven y experimentado rastreador mexicano, Rafael Rivera, abandonó el grupo principal y se aventuró en el desierto virgen. Dos semanas después, descubrió el Manantial de Las Vegas.

DESCUBRIMIENTO DE UN OASIS

Se desconoce la fecha exacta, pero Rafael Rivera ha pasado a la historia como la primera persona no indígena en poner un pie en el oasis del Valle de Las Vegas.

La abundante agua de manantial contenida en pozos artesianos que se descubrió en Las Vegas acortó la Ruta Española hasta Los Ángeles, facilitó las dificultades de los comerciantes españoles y aceleró la fiebre del oro hacia California. Entre 1830 y 1848, el nombre “Vegas”, tal y como se muestra en los mapas de la época, se cambió por “Las Vegas” (que según la RAE, significa: “parte de tierra baja, llana y fértil”, para el que no lo sepa).

INFLUENCIA MORMONA

Los colonos mormones de Salk Lake City viajaron a Las Vegas para proteger la ruta del correo Los Ángeles-Salt Lake City y en 1855 comenzaron a construir un fuerte de 150 pies cuadrados de ladrillos de adobe.

Los mormones plantaron árboles frutales, cultivaron verdura y extrajeron plomo para balas de la Montaña Potosí. Los pioneros mormones abandonaron el asentamiento en 1858, en parte debido a los asaltos indios. Una parte del “Fuerte Mormón” ha sobrevivido al paso del tiempo y en la actualidad es un lugar histórico cerca de la intersección del Bulevar Las Vegas hacia el norte y la Avenida Washington.

Los mormones actualmente forman aproximadamente el 12% de la población del sur de Nevada y en diciembre de 1989, construyeron un Templo Mormón en Las Vegas. Las torres del templo son visibles desde la falda de la Sunrise Mountain al este de la ciudad.

EL COMIENZO DEL BOOM DE LOS MAGNATES FERROVIARIOS

Alrededor de 1890, los promotores del ferrocarril llegaron a la conclusión de que el Valle de Las Vegas, gracias a sus manantiales, sería una ubicación privilegiada para instalar una parada y un pueblo. Más de 25 años antes, en 1864, Nevada había sido admitida en la Unión durante la Guerra Civil.

Las obras para construir la primera línea ferroviaria en Las Vegas comenzaron durante el verano de 1904. Así fue como surgió el pueblo de tiendas llamado Las Vegas, con sus saloons, comercios y almacenes.

Los raíles se conectaron con el segmento este en octubre de 1904. La vía ferroviaria entre San Pedro, Los Ángeles y Salk Lake City, que posteriormente fue absorbida por la Union Pacific, realizó su viaje inaugural desde California hacia el este el 20 de enero de 1905.

Los almacenes ferroviarios estaban ubicados en el nacimiento de la polvorienta y parcialmente pavimentada calle Fremont. El Hotel Jackie Gaughan’s Plaza, ubicado entre las calles Fremont y la calle principal en el casco antiguo de Las Vegas, está actualmente en el emplazamiento del depósito ferroviario original de la Union Pacific. Los trenes de mercancías y pasajeros todavía utilizan el emplazamiento del depósito dentro del hotel como terminal: es la única estación ferroviaria del mundo ubicada dentro de un hotel-casino.

La llegada del ferrocarril propició la fundación de Las Vegas el 15 de mayo de 1905 [Muy interesante el enlace que os pongo].

EL PROBLEMA DEL JUEGO EN NEVADA

Nevada fue el primer estado en legalizar las apuestas de casino, pero no antes de que, sin demasiado entusiasmo, fuera el último estado del Oeste en prohibir el juego en la primera década del siglo XX.

A medianoche del 1 de octubre de 1910, se aprobó una estricta ley antiapuestas en Nevada. Incluso prohibía la costumbre del Oeste de lanzar una moneda al aire por el valor una bebida.

El Periódico Estatal de Nevada en Reno, escribió: “Se han silenciado para siempre el chasquido de la ruleta al girar, el repiqueteo de los dados y el crujido de las cartas”
Ese “para siempre” duró menos de tres semanas en Las Vegas.

Los jugadores rápidamente instauraron timbas clandestinas en los que los clientes que conocían una contraseña adecuada se enfrentaban día y noche a la diosa Fortuna. El juego ilegal, aunque aceptado, floreció hasta 1931 cuando la Asamblea Legislativa de Nevada aprobó un proyecto de ley para legalizar el juego redactado por Phil Tobin, un ranchero del norte de Nevada. Tobin nunca había visitado Las Vegas y no tenía intereses en el juego.

Tobin declaró que la legislación para legalizar el juego estaba destinada a aumentar los impuestos necesarios para las escuelas públicas. [Según dice aquí… Me parece que esto es un poquillo panfletario…] Actualmente, más del 43% de la recaudación general del estado proviene de los beneficios de los impuestos sobre el juego y más del 34% de la recaudación general del estado se destina a la educación pública.

La legalización del juego regresó a Nevada durante la Gran Depresión. Legitimaba una industria pequeña y, sin embargo, lucrativa. Ese mismo año, comenzó la construcción del Proyecto de la Presa Hoover que, en su punto álgido, empleó a 5.128 personas [Como os podréis imaginar, la afluencia de obreros sudorosos y aburridos como ostras no sólo hizo florecer la industria del juego, sino otra que en esta retrospectiva histórica no se menciona y de la que sin duda hablaré más adelante: la de la prostitución].

El joven pueblo de Las Vegas sorteó prácticamente todas las penurias económicas que arruinaron a la mayoría de los americanos durante los años 30. Los empleos y el dinero eran abundantes gracias al desarrollo de la Union Pacific, al juego legal y a la construcción de la Presa Hoover a 34 millas, en el Cañón Negro en el Río Colorado.

La Segunda Guerra Mundial paralizó el crecimiento principal de Las Vegas. Pero la semilla de la futura expansión ya se había plantado en 1941 cuando el hotelero Tommy Hull construyó el Hotel-Casino El Rancho Vegas en lo que ahora es terreno vacío junto al Hotel Sahara en la Strip [Bueno eso no es exactamente cierto, porque nosotros vimos como estaban comenzando la construcción de un club privado de lujo].

Durante la Segunda Guerra Mundial, la base cercana de la Fuerza Aérea se convirtió en una instalación militar clave. Originalmente construida para entrenar a los artilleros B-29, después se convirtió en un terreno de entrenamiento para los pilotos de cazas de todo el país. Muchos de los integrantes del personal militar clave asignado a la base Nellis durante la Segunda Guerra Mundial posteriormente volvieron como civiles para establecerse permanentemente en Las Vegas.

COMIENZA LA FAMA MUNDIAL DE LA STRIP

El éxito de El Rancho Vegas desencadenó un pequeño boom inmobiliario durante la última parte de los 40, incluyendo la construcción de varios hoteles-casinos a ambos lados de la autopista de dos carriles entre Las Vegas y Los Ángeles. La extensión de la carretera evolucionó para convertirse en la actual Strip de Las Vegas. Entre los primeros hoteles se incluían el Last Frontier, el Thunderbird (que todavía existe con el nombre de Arubu Hotel & Spa) y el Club Bingo.

El hotel El Rancho Vegas fue arrasado por el fuego el 17 de junio de 1960. A medida que el tiempo pasaba, muchos otros complejos hoteleros de la primera generación de la Strip perdieron su identidad por la absorción de nuevos propietarios, por demolición, por la renovación extensiva y por cambios de nombre.

Con diferencia, el más célebre de los primeros complejos hoteleros fue el Flamingo Hotel, construido por el gángster Benjamin “Bugsy” Siegel, un miembro de la organización criminal Meyer Lansky.

El Flamingo, con su signo de neón rosa gigante y las réplicas de flamencos rosas en el césped, abrió sus puertas el día de Nochebuena de 1946. Seis meses después, Siegel fue asesinado por un tirador desconocido que disparó una escopeta mientras él estaba sentado en el comedor de la casa de su novia, Virginia Hill, en Beverly Hills, California.

La vida de Siegel sirvió de argumento para la película titulada “Bugsy” en 1992. Aunque la precisión histórica de la película es cuestionable, hizo que el Flamingo abriera el "Bugsy Celebrity Theater" en noviembre de 1992. El Flamingo, tras numerosos cambios de propietario, ahora pertenece al Hilton Hotel Group. Su verdadero nombre es el Flamingo Hilton.

Mientras que El Rancho Vegas y otros complejos hoteleros de 1940 tenían una temática común sobre el los ranchos y el Oeste, el Flamingo era lo que Siegel denominaba como un “alfombra roja”. Estaba diseñado como los complejos hoteleros de Miami. Solamente el nombre del Hotel Flamingo ha sobrevivido desde la era de los 40 al desarrollo de la Strip de Las Vegas. El extremo final del Flamingo, tal y como Bugsy lo conocía se anunció a principios de 1993 cuando la Corporación Milton reveló sus planes de construir una torre adicional de 104 millones de dólares en el complejo hotelero de la Strip: la última de un plan maestro de 6 torres. La torre adicional abrió en la primavera de 1995.

Los planes arquitectónicos incluían arrasar los obsoletos edificios de tipo motel en la parte posterior del complejo hotelero, condenando la fortaleza de la “Suite de Bugsy” y la oficina a prueba de balas utilizada por el gángster antes de su muerte en 1946. En diciembre de 1993, los últimos remanentes de Bugsy Siegel y su residencia fueron destruidos cuando el hotel derribó el Edificio Oregón que contenía la suite en la que el gángster vivió en su momento.


En el siguiente capítulo, podréis enteraros de qué pasó con el boom inmobiliario en Las Vegas, y como llegó a convertirse en Las Vegas que nosotros visitamos hace un año. ¡Espero que os esté resultando interesante!

[Uf, no me apetece nada poneros las referencias de las fotos hoy, hace horas que acabó CSI y tengo sueño!! Mañana las pongo, lo prometo. Aquí van:
1) El desierto de Mojave de www.answers.com, 2) Mapa con la Ruta Española que iba desde Santa Fé hasta Los Ángeles de www.oldspanishtrail.org, 3) Gravado del Fuerte de Las Vegas de www.friendsofthefort.org, 4) Templo Mormón de Las Vegas de www.lasvegasmormontemple.org, 5) Tren de la Union Pacific, pero no encuentro el enlace de donde saqué la foto , 6) Depósito de Las Vegas de la Union Pacific de www.library.unlv.edu, 7) Una ruleta de twentydur.bytez.org, 8) Panorámica de la Presa Hoover de www.mcnarybergeron.com, 9) Cosecha propia del cartel de El Rancho, 10) El neón de la entrada del Hotel Flamingo de wwp.greenwichmeantime.com, 11) Flamencos del jardín del Hotel Flamingo de www.tripadvisor.es, 12) Foto del gángster Benjamin "Bugsy" Siegel de ganstersinc.tripod.com].

domingo, 21 de octubre de 2007

Viaje a la Ciudad del Pecado

Y de nuevo, meses después de nuestra llegada a Phoenix, nos encontrábamos en el aeropuerto internacional Sky Harbor de Phoenix. Pero bueno, por suerte, esta vez no era tan complicado con iniciar un viaje transatlántico ¡el vuelo a Las Vegas sólo duraba una hora! Nos dirigimos al mostrador de las líneas aéreas America West Airlines, que eran con la que íbamos a volar. Tenían terminales para facturar automáticamente, e intentamos hacerlo con ellos, pero no supimos, así que tuvimos que buscar un mostrador con una persona de carne y hueso para que nos facturara la maleta.

Quedaba muchísimo rato para el vuelo, y para el embarque (aproximadamente 2 horas) y habíamos planeado desayunar algo, pero cuando estábamos allí no nos apeteció sentarnos en una de las cafeterías de la segunda planta, así que nos dimos un par de paseos y al final, sentamos junto a la puerta de entrada, a matar el tiempo…

Fuimos un poco tontos, porque tendríamos que haber previsto que habría un jaleo tremendo para entrar, porque hacía escasamente un mes desde que había ocurrido lo de los tipos de Al-Qaeda y los explosivos en la pasta de dientes, y acababan de implantar en todos los aeropuertos las medidas aquellas de que nadie podía entrar con líquidos en los aviones… Cuando nos decidimos a pasar el control de policía, había una cola que ni para montarnos en la montaña rusa: daba varias vueltas... A pesar de todo, en aquella ocasión y las otras veces que después montamos en avión allí, comprobamos que el tema de “gestión de pasajeros”, por llamarlo de alguna manera, lo tienen bastante asumido: dan todas las explicaciones necesarias, aunque sean las más estúpidas, y el personal de los aeropuertos, por norma general, suele tratar bastante bien a los viajeros.

Estando en la cola, Pablo recordó que no había facturado su navaja suiza, que llevaba encima, así que nos tocó tirarla a una papelera antes de llegar a los rayos X. Al llegar al mostrador para enseñar el pasaporte, tuvimos que enseñárselo a una cubana, a la que le hizo mucha ilusión encontrarnos: nos dijo que no pasaban muchos españoles por allí (Normal. No conozco a demasiada gente aquí cuyo destino vacacional sea Phoenix… Y con razón.)…

Nos dirigimos a la sala de embarque, donde definitivamente pudimos ver los primeros indicios de que íbamos a embarcarnos hacia un lugar de lo más peculiar: había una pareja de mediana edad allí sentada (que bien podrían ser Pearl y Duane Henderson, la pareja de Ohio que George Stobbart conoce en el primer Broken Sword), la señora estaba bastante gorda, iba vestida de dominguera y ataviada con un sobrero de ala ancha, unas enormes gafas de sol y un bolso de plástico en el que se veía el símbolo de Las Vegas claramente. A su lado, estaba sentada una tía delgadísima, disfrazada de Victoria Beckham, con unos taconazos y totalmente vestida de rojo… El resto de la gente que esperaba parecían bastante normales dentro de la media yanqui, pero la cosa prometía...

Mucho tiempo después, nos llamaron para embarcar, y entramos en el avión. Nos habían tocado asientos separados, pero como entramos pronto, nos sentamos juntos, y la chica a la que tocaba sentarse en mi asiento (una chica negra altísima y muy guapa), nos cedió amablemente su plaza y nos pudimos sentar juntos… A pesar de todo, nada más despegar en aquella brillante mañana de Phoenix, Pablo se quedó totalmente dormido y yo también me eché mis cabezaditas en el avión... ¡ya llevábamos unas cuantas horas despiertos!

Como ya os digo, el vuelo duró poco más de una hora y en seguida estábamos aterrizando en la famosísima Ciudad del Pecado (por lo visto, ese apelativo de “sin city” se lo han quitado en los últimos tiempos, aunque todo el mundo sepa que la madre de todos los pecados podría ser Las Vegas), en el conocido aeropuerto McCarran. Al aterrizar, nos dimos cuenta de que Las Vegas bien podría estar en Marte: el desierto más seco en el que he estado nos rodeaba (¿No lo llaman “la sartén de América”? Lo vi el otro día en una serie), y en medio de la nada, si ningún tipo de preámbulo, ni casas en las afueras, brotaba de la arena seca la concentración más lunática de edificios que jamás he visto (pero bueno ¿qué os estoy contando? Todos habéis visto esos edificios en la tele, de los que os hablaré más adelante). Si en ese momento me hubieran dicho que allí vivía una comunidad de marcianos, me lo habría creído.

Por fin salimos del avión, y nada más salir del túnel que conectaba con el aeropuerto y entramos en la sala de embarque, aterrizamos en ese otro mundo: ¡un universo cuyo ritmo lo marca el tintineo de las máquinas tragaperras! (Sí, sí, podéis no creerme, pero ¡la propia sala de embarque era una sala repleta de máquinas tragaperras!).

(Fotos: 1) Puerta del control de policía en el aeropuerto de Phoenix, junto a la que estuvimos esperando un buen rato, 2) Navaja suiza parecida a la que Pablo tuvo que tirar, y también parecida a la que yo le regalé luego cuando pasé por Basilea, 3) Pasillo del aeropuerto de Phoenix, que tuvimos que recorrer para llegar a la zona de salas de embarque, 4) Un avión muy parecido al que nos íbamos a montar nosotros, 5) Sí, amigos, sí, una de las salas de embarque del Aeropuerto McCarran, recién aterrizaditos en Las Vegas... No pude contenerme de hacer la foto, porque las máquinas tragaperras me dejaron flipando...).

sábado, 6 de octubre de 2007

Preparándonos para Las Vegas

Sólo quedaba ya un fin de semana (y un lunes) para que nos piráramos a Las Vegas… ¡¡¡Por lo menos teníamos algo por lo que sentir anticipación!!! El fin de semana transcurrió como casi todos los fines de semana en Tempe: entre tartas de chocolate cheesecake, aventuras gráficas (este le tocó a Myst), e incluso fuimos a hacer una última compra nocturna (ya sabéis, “nocturno” aquí quiere decir “a las ocho de la tarde-noche cerrada”) a nuestro Safeway de siempre, porque tampoco era plan de dejar la nevera vacía antes de irnos (sobre todo, el congelador, que nos garantizaba que tuviéramos avituallamiento al volver). Por lo demás, calculamos bien el horario para no perder el avión de Las Vegas y yo estuve el lunes (último día en Arizona antes del viaje) hasta las tantas, acabando la maleta, cosa que fue un desastre, porque ¡¡¡¡nos teníamos que levantar a las 5 menos cuarto de la mañana... Pablo se acostó muy poco antes que yo, por lo que, antes de nuestro viaje, dormimos más bien poco…

Por la mañana, el despertador sonó atronadoramente y nos levantamos de un salto para no llegar tarde. Nos tomamos el desayuno y Pablo fue subiendo nuestras bicis, para meterlas dentro de la habitación, una vez que hubimos plegado el sofá-cama y dejado espacio: tampoco queríamos que nos robaran las bicis, aunque ya veis; en Madrid desaparecen más que en la calurosa y desierta Arizona (y mira que todos los yanquis histéricos nos daban la plasta, diciéndonos que nos las iban a robar seguro, segurísimo…). En fin, que lo dejamos todo bien apagadito, con las bicis recogidas y atadas entre sí dentro de nuestra habitación (no fuera a ser que a la señora de la limpieza le entraran las ganas de llevárselas) y nos dirigimos a la parada del autobús para llegar al aeropuerto... ¡¡¡Así es como empezó nuestra aventura lasvegueña!!!

(Fotos: 1) El aparcamiento de nuestro Safeway una de esas noches que fuimos a hacer la compra, 2) El camino que recorrimos a pie para dirigirnos a la parada del autobús aquella mañana que nos marchábamos a Las Vegas -por supuesto, esta foto es de otro día, que el sol estaba mucho más alto: aquel día nos levantamos lo suficientemente temprano como para experimentar un agradable fresquito que, os lo aseguro, tres o cuatro horas más tarde, era imposible notarlo).

martes, 2 de octubre de 2007

Myst


Como ya sabéis, hacía tiempo que habíamos terminado conjuntamente el Black Mirror. Después, Pablo se puso a jugar al Broken Sword, cosa que tenía pendiente desde hacía un montón de tiempo (mira que yo le había insistido, pero hasta nuestro retiro arizónico, no se puso en serio). Durante la mayor parte del juego, yo estaba trabajando, y Pablo me pedía que le diera pistas de vez en cuando, aunque se lo pasó rápidamente (el Black Mirror fue una buena práctica para él… Las aventuras gráficas tienen su propia lógica interna: cuantas más juegas, mejor se te da, aunque hay algunas que seguirán siendo imposibles de superar aplicando sólo la lógica… Mmmm, estoy pensando en el Día del tentáculo, por ejemplo)… Cuando Pablo acabó el Broken Sword 1, necesitábamos otra aventura gráfica como continuación... Dio la casualidad de que comprobé el ticket de compra del Broken Sword 3 (no sé si recordáis que me lo había comprado en inglés y me había arrepentido, porque prefería tenerlo en versión doblada) y estaba a punto de caducarse. Así que decidimos volver al Fry’s Electronics a cambiarlo por otra aventura.

Anteriormente, había hecho un pequeño sondeo entre los aventureros de Meristation, para preguntarles qué aventura me recomendaban… Muchos de ellos mencionaban la saga del Myst (aquí podéis leer lo que me recomendaban), aunque Rosela ya me dijo que a ella los Mysts le aburrían un poquitín… En fin, al final me decidí, porque vendían los tres primeros Mysts (hay cinco y secuelas) por sólo 19,90 $ y leí en la Wikipedia que había sido toda una revolución en el mundo de los videojuegos... No me convencía mucho el hecho de que fuera en primera persona (ya sabéis, esas aventuras gráficas en las que uno no se ve a sí mismo, sino que se ven las cosas como si las estuviéramos viendo con nuestros propios ojos); en general, prefiero ver al personaje al que dirijo…

Pues eso, los juegos del Myst van todos un poco de lo mismo, aunque, después de haber jugado, tampoco os creáis que yo lo tengo muy claro. Se supone que uno es un tipo que acaba en una isla desierta, que no está muy ubicada en el espacio, y mucho menos, en el tiempo... El juego consiste en descubrir de qué va la cosa, así que, como nosotros no lo acabamos, no sé muy bien qué contaros.

Como ya os digo, una de esas tardes tontas, cogimos el autobús hasta Baseline (donde el asesino de idem) y fuimos hasta el Fry’s Electronics. Jo, la verdad es que para devolver el Broken Sword 3, casi me piden un análisis de sangre… ¡¡¡Qué gente más antipáticamente meticulosa!!! El tío me interrogó, en el mismo tono que el empleado de inmigración, sobre las razones de la devolución del juego, y casi me hizo sentir culpable por estar devolviéndolo… El tipo nos tuvo un buen rato allí, hasta que nos firmó el papelito de devolución. Después, como ya lo llevaba pensado, cogimos el Myst, y nos fuimos rápidamente (con el tiempo, íbamos aprendiendo a hacer las cosas rápido y a no entretenernos: ¡el tiempo se guarda para los desplazamientos en bici, que es donde se gasta!). Después, nos pasamos por un Fry's normal pa comprar un poco de comida (no demasiada: sólo pa sobrevivir hasta el día 19, día en el que nos iríamos por fin a Las Vegas) y allí nos cruzamos con una pareja de españoles (fíjate tú qué cosas: irse a tomar por culo pa encontrarse con compatriotas…) pero no les dijimos nada, porque no estábamos seguros de que fueran españoles (Si no, sí les habríamos dicho algo…). Será porque estábamos distraídos con los españoles esos, pero nos equivocamos y compramos jalapeños, cosa que nos traería problemas cuando los cocinamos…

Después de la comprilla, nos fuimos pa casa, pedalea que te pedalea, bajándonos convenientemente de las aceras cada vez que veíamos un coche de policía (en Baseline había montones, porque estaban ahí, ojo avizor a ver si, por casualidad, veían pasar al asesino con los ojos inyectaos en sangre y un cuchillo goteando en la mano), y haciéndonos los locos, a ver si nos iban a confundir…

(Fotos: Diferentes imágenes de los diferentes Mysts y un jalapeño).