lunes, 6 de noviembre de 2006

Primer día de rutina

Al día siguiente, fijaos, era nuestro octavo día en Arizona (parece de coña, ocho díitas de na, y me dado para más de 50 posts), nos enfrentamos a lo que sería nuestro primer día de rutina mientras viviéramos en el Best Western. Como siempre, tocaba desayunar en la sala de desayuno, y después, Pablo se dispuso a ir al campus mientras yo me quedaba en el hotel.

La idea era que yo me dedicara buscar trabajito, a organizar mi CV y esas cosas, a mirar por si veía algo más sobre el alojamiento, etc. Me quedaba casi todo el tiempo en la habitación, salvo cuando tenía que entrar la chica de la limpieza. He de decir que tenía muy intrigado a todo el servicio de limpieza/mantenimiento del Best Western que, por supuesto, eran todos mejicanos sin excepción (cosa que a nadie le sorprende en EEUU. Esto de los oficios, va por razas, chicos); porque unos de esos días, se me ocurrió cortar por lo sano, y hablarle a una de ellas en español... Con aquello, desaté una verdadera revolución (¿no os hubiera resultado estúpido hablar con gente con la que sabes que compartes idioma en otro que no es ese? Pues parece que allí es una cuestión de corrección política... Y yo me la salté a la torera), porque a partir de entonces, nos convertimos en la atracción del hotel y cuando no se acercaban a hurtadillas a escucharnos hablar durante el desayuno (al principio se creían que hablábamos italiano, según me dijeron), buscaban cualquier excusa para saludarme y, de paso, pegar la hebra (al principio me resultaba gracioso… Luego, empecé a sentirme un poquito observada…). En fin, por lo general, eran un grupito muy dicharachero (desgraciadamente, no se puede decir lo mismo de todos los grupitos de limpieza/mantenimiento con los que nos hemos cruzado) y solían saludar muy majetas y hacerme la habitación mu rápido, para que pudiera volver a ella y no tener que estar en la recepción, en todo el medio.

Durante el tiempo que me pasaba en recepción, solía meterme en el messenger a hablar con mi hermana, o si no, ojeaba el periódico local, el Arizona Republic, que sinceramente, contaba cosas bastante poco interesantes (porque eran muy, pero que muy locales), pero gracias a él nos enterábamos de las previsiones meteorológicas (que, como ya vimos, eran esenciales) o leíamos sobre los asesinos en serie, otro tema favorito de los medios de comunicación arizónicos, del que ya os hablaré más adelante (no tiene desperdicio, la verdad).

(Las tres fotos que veis son de la página www.globalhighway.com/ViewHotelInfo_37152.html (05/11/2006) Las dos últimas son de la recepción -yo me sentaba en los sillones negros-. La rubia que aparece atendiendo la recepción era una tía bastante maja: a veces nos daba conversación. La primera es la foto de una habitación muy parecida a la nuestra).

2 comentarios:

Ruth dijo...

¿Por qué no puedes hablar en españolcon la camarera? ¿o es que un huesped del hotel lo que no debe hacer es hablar con la camarera?

juliacgs dijo...

Bueno, no parecía muy común que los huéspedes se dirigieran al personal de servicio... Pero yo creo que no era por clasismo, sino porque como está muy, pero que muy mal visto hablar en español (recordemos que NO es la lengua del imperio, por lo menos no es la lengua oficial, a no ser que esos "hippies demócratas" lo oficialicen y sea el acabóse) y muchos de los integrantes del servicio sólo hablan español, o como mucho spaninglish (que la mayoría de mejicanos inmigraos tienen un lío que p'atrás), pues el americano medio no puede/suele/está acostumbrado a hablar con ellos...

A veces, por pura cuestión práctica, se ven unas situaciones un poquito ridículas, porque entre que unos hablan esa lengua suya que hablan con el acento este fritos-fritos-fritos-fritos de maíz y que los otros tienen un cacao importante entre el español (que en muchos casos, ni siquiera saben escribir), el inglés que oyen, y las dos cosas mezcladas... Pues se hacen un lío terrible.

De todos modos, yo tengo que reconocer que me sorprendió mucho esta situación lingüística. No esperaba que el hecho de que se hablara español se considerara un arma electoral arrojadiza tan fuerte y casi, por exclusión, una ofensa hacia el inglés...