lunes, 26 de febrero de 2007

Phoenix III: Copper Square

Para que os hagáis una idea más aproximada de la zona en la que estábamos, supongo que un ejemplo comparativo puede ser que os recuerde la famosísima imagen del asesinato de Kennedy en Dallas, Texas. Acordaos de esa plaza cuadrada y esos edificios altos, solitarios, y de colores aburridos. La estructura de las calles, la forma y estética de los edificios (salvando las distancias por la época) me recuerdan a Phoenix. Creo que después de haber estado allí, me imagino mucho mejor cómo es Dallas.

Interés = 0.

Por supuesto, siempre con la diferencia esencial de que el día del asesinato de Kennedy en la plaza de Dallas había una jartá de gente en comparación con la población fantasma de Phoenix.

Con su habitual capacidad de publicitarse a sí mismos, los phoenixianos, ¿orgullosos? de su ciudad, tienen un desarrolladísimo sistema de turismo en esta zona del centro de la ciudad, llamada el distrito de Copper Square. Si visitáis su página web, veréis que existe la figura de los ambassadors, o embajadores, que básicamente son unos tipos que van vestidos de naranja y que paran a la gente que va andando por la calle (que claramente, son guiris, porque si fueran lugareños, ¿por qué no irían en su cañonero?), o sea: a nosotros.

Pues eso, imaginaos que en una ciudad desierta os para por la calle un tipo vestido de naranja con unos pantaloncitos ridículos… Pues yo ya me pensé que nos iba a tocar escuchar la típica retahíla de una secta religiosa. Hay que decir que el tipo fue muy majo (no demasiado pesao) y nos dio unos mapillas... Pero chico, pa lo que había que ver, tampoco deberían molestarse tanto.

Después de hablar con él, continuamos hacia el centro comercial del que ya os hablé en el post anterior, se llamaba Arizona Center.

(Fotos: 1) Vista aérea del Downtown Phoenix. Los edificios altos corresponden al barrio de Copper Square, 2) La Dealey Plaza de Dallas, donde mataron a Kennedy, 3) Uno de esos "embajadores" del turismo phoenixiano... Ya os podéis hacer a la idea, 4) Avenida de Van Buren, al lado de la estación central, el edificio del banco Chase era prácticamente el más alto del centro. El edificio de la derecha era un garaje... ¿Cómo no?).

martes, 20 de febrero de 2007

Phoenix II: The Central Station

La Central Station o estación central, que yo imaginaba como algo parecido a la estación de Conde de Casal de autobuses (fíjate que tampoco me la imaginaba como Atocha, ni nada por el estilo, ya creía yo que iba curada de espanto), no era ni siquiera eso… Se parecía mucho más a la estación de Gandía donde estuvimos esperando el autobús a principios de verano para ir a Daimúz (de eso ya os he hablado). Allí estuvimos comentando lo tercermundistas que eran algunas de las estaciones de las ciudades pequeñas españolas, y comentamos el detalle de que muchos de los horarios en la estación de Gandía estaban en valencià, ¡qué descortesía!

Pos fíjate, la Central Station de la gran Phoenix, una de las grandes ciudades de los magnificentes Estados Juntitos, no tenía ni carteles de los horarios, fíjate tú por dónde. La estación consistía en dos andenes (aceras) paralelos, de ahí que en el post anterior dijera que llamarla “estación” era una exageración. Bueno, también tenía una pequeña casita, del tamaño de un contador de la luz, donde vendían las entradas (y que, por supuesto, el sábado por la mañana, estaba más chapao que chapao).

Aunque no fuera una estación, entre aquellos andenes en los que apenas había un triste sombrajo y una fuentecilla de chorrillo en el medio, se reunían los tiraos y los homeless de la ¿ciudad?, que parecía que directamente vivían allí. Cuando llegamos, no nos quedamos mucho tiempo en la “estación”, pero cuando estábamos esperando el autobús de vuelta a Tempe, pegó la hebra con nosotros una pava que iba con su novio, y a la que le gustó mucho mi falda. Claro, cuando me preguntó dónde me la había comprado y le dije que en Madrid, España (Europa, en este caso creí conveniente añadir lo de Europa, que como luego se demostró, no fue en vano…), a lo cual me respondió contándome una larguísima historia sobre que su madre, efectivamente, había estado en España, en Europa, en una ciudad que tenía muchísimos canales… Ejem, yo, que intentaba interesarme por su historia, le pregunté si no sería en Italia o en Holanda la famosa ciudad esa de los canales (sospecho que se refería a Venecia… Me pegaba más su descripción que con Ámsterdam), pero la tía erre que erre, que no: empeñada que la ciudad esa tan genial estaba en España (como no fuera San Sebastián... Pero no me veo yo los canalillos de Donostia petaos de gondoleros *ja, ja*)…

Pues vale. Muchas otras veces nos importunaron diferentes yanquis por la calle, y la verdad, al principio los soportábamos, pero llegó un momento durante nuestra estancia en el que, de verdad, nos sentimos muy, pero que muy tentados a hacernos los “suecos”… Además, la actitud de todos ellos, sin excepción, siempre era “tú eres el guiri, aguántame el rollo, independientemente de si lo que voy a hacer es un despliegue de lo bien que me porto con extraterrestres como tú o de mi Ignorancia Supina”.

En fin, no hay mucho más que decir del par de andenes de la estación central, aparte de que por suerte, llevábamos el Bus Book, y pudimos saber que autobuses coger sin necesidad de rompernos la cabeza o preguntarle a algún yanqui-pesao-rollero.

Como os decía, nada más llegar allí eran aproximadamente las dos del mediodía, así que imaginaos el calor... Así que no quisimos echar raíces en la calle, y nos dirigimos hacia una especie de centro comercial que habíamos visto al pasar en el bus (supusimos que, por lo menos, allí tendrían aire acondicionado).

(Fotos: Dos fotos que encontré en internet de la estación central, demasiado floridas, la verdad. Cuando nosotros estuvimos allí, toda la zona estaba en obras, con las consecuentes aceras levantadas, y señales de colores chillones por todos lados, y por supuesto, no había tantos árboles verdes... ¿Cómo hacen eso de que en las fotos "lusca" mucho más vistoso de lo que en realidad es? Realidad = auténtico truño tercermundista hasta decir basta).

lunes, 19 de febrero de 2007

Phoenix I


Bueno, en realidad Phoenix era más que nuestra ciudad vecina, de hecho, casi estábamos en ella, porque sólo nos separaba una carretera de circunvalación. En fin, todavía nos quedaba la esperanza de que por lo menos Phoenix fuera una ciudad como dios mandaba, aunque Tempe no pareciera ni un pueblo, ni una ciudad, ni nada de nada... Nuestro gozo pronto estaría en un pozo.

El sábado, como ya os habréis podido imaginar, Pablo estaba ya totalmente recuperado, por lo que decidió no acudir a la consulta ordinaria que le había “recetado” el médico de urgencias. Si en urgencias le habían sajado lo que le habían sajado, no queríamos descubrir lo que supondría ir a la consulta ordinaria, sólo para decirle que ya estaba curado.

Total, que el sábado por la mañana (tampoco muy temprano, qué os vais a creer, tampoco es que estuviéramos tan locos como los arizónicos para levantarnos a las 4 de la mañana), nos echamos los pies al hombro, y nos dirigimos a la parada del autobús que estaba frente a la gasolinera, dispuestos a hacer turismo en la “gran ciudad” (ja,ja. La única gran ciudad que hay en los USA es Nueva York, por lo que parece). No me preguntéis porqué, pero aun sabiendo que íbamos a andar lo nuestro, me casqué las sandalias alemanas aquellas de las que os hablé diez días antes (hace muchísimos posts). Claro, cuando llegamos a la parada del autobús, me di cuenta de que había sido una malísima idea. Por suerte, llevaba unos calcetines (esta vez no eran de Pablo, ni siquiera eran blancos), que me pude poner para mitigar las molestias.

Como siempre, hacía un calor espantoso, y el autobús, de la Red Line (una de las líneas de autobús que recorría el valle casi entero) tardó lo suyo en venir. Esta línea pasa por el aeropuerto, que no sé si lo recordaréis, pero estaba muy cerquita de nuestro hotel. Mucha gente se bajó en la parada del aeropuerto, con maletas y esas cosas (nota mental para saber donde bajarse en futuras ocasiones).

Después de dejar el aeropuerto, rodeamos las pistas de aterrizaje del aeropuerto y recorrimos con el autobús muchas calles paralelas y perpendiculares, muy típico, ¿no? No sé porqué, esperábamos entrar en algún momento dado en la ciudad “de verdad”, pero ahora tengo que reconocer que fuimos un par de ilusos… Si hasta ahora no habíamos visto ni rastro de una ciudad de verdad, ¿por qué la íbamos a ver ahora?

Pronto entramos en la avenida Van Buren, una de las largas avenidas longitudinales que recorren todo Phoenix, incluyendo su centro, su downtown. Llegamos a una zona en la que había unos edificios pelín más altos que lo acostumbrado (una planta), y pronto acabamos en la estación central, que como siempre, el término es una exageración en sí misma.

(Fotos: 1) Vista panorámica de Phoenix, muy ejemplificativa, en la que podéis ver la acumulación de edificios en mitad de la nada, de upload.wikipedia.org, 2) Vista del aeropuerto Phoenix Skyline de www.visitingdc.com y 3) Vista de una de las avenidas principales de Phoenix... No sé cual es, ni tampoco de dónde he sacado la foto, pero bien podría ser Van Buren).

martes, 13 de febrero de 2007

Los siguientes paseos de exploración

Después de mi primera visita al supermercado ecológico, me pasé por la tienda de los 98 centavos, que era un chino de toda la vida (antes también llamados “Todo a cien”), con china dependienta incluida. Allí compré unos útiles cuchillos (estupendos, también han venido con nosotros de vuelta a España), y un cazo pa hacerme mis tés (en el hotel no había ningún cazo pequeño), que tuve que tirar antes de venirme, porque uno de los últimos días hicimos sopa y se le quedó todo el sabor...¿qué queréis? ¡me costó 0,99 dólares!


Volví a casa cuando ya estaba empezando a ponerse el sol, a eso de las siete de la tarde, no os vayáis a creer (y a principios de agosto que estábamos. Manda huevos.). De nuevo, la tarde y la noche supongo que transcurrirían como ya os he contado (sin olvidar nuestras sesioncillas de Futurama, Family Guy, etc.), aunque por suerte, Pablo empezaba a mejorar paulatinamente de su dolor de oídos.

Aún así, al día siguiente, volví a hacer lo mismo, me fui a hacer otro paseíto exploratorio, esta vez hacia el campus y la zona de supermercados “de verdad”... Llegué a bajar hasta nuestro lejano Fry’s, donde comprábamos durante los primeros días (y que era el Fry’s que nos venía bien por horario: abría 24 horas al día, 7 días de la semana. Los otros Fry’s sólo abrían de 5 de la mañana a 12 del mediodía: para gente madrugadora). De camino, vi un Safeway, pero no me paré porque pensé que no tendría comida (nosotros, como siempre, comprando comida).

Os puedo asegurar que una gran parte de nuestra estancia transcurrió consumiendo esas horas y horas en viajes interminables al supermercado, y no es que nosotros comamos tanto (bueno, vale, sí, comemos bastante...), es que había que darse un largo paseo y luego tampoco uno podía comprar todo lo que necesitaba, debido a las restricciones de peso (¡¡una bici no es un carromato!!). Aún así, lo bueno eran los paseos en bici, y lo malo, que ahora cuando pienso en que bajo al Mercadona o al Hipercor en un plis plas, no me entra nada de morriña por Arizona.

En fin, no os voy a aburrir contándoos cada uno de los detalles de nuestras compras en los respectivos supermercados; sólo os diré que al día siguiente, que ya era viernes, Pablo, ya casi recuperado, se animó a venir conmigo, y fuimos de exploración hasta el Safeway en el que yo no había entrado. Nos encontramos con un supermercado más “europeo”... Puede que os sorprenda que esté todo el rato haciendo consideraciones de este tipo (“esto era muy americano”, “esto era más europeo”...), y probablemente, si me pedís que os lo defina, puede que sea bastante difícil, pero puedo intentarlo: digamos que los supermercados más “americanos” estaban llenos de productos con envoltorios muy vistosos (está claro que el marketing es completamente diferente), y largos pasillos dedicados a las bebidas no alcohólicas y a panchitos y patatas de todo tipo... ¿Qué más podría deciros? Por ejemplo, la diferencia que había entre este y el otro supermercado es que tenían una amplia variedad de barras de pan “de verdad” (llámalas “de verdad”, llámalas “francesas”, me da igual, con tal de que la corteza esté dura y tostada, y no sea un “pan de molde” disfrazao). También tenían una asombrosa variedad de vinos y quesos europeos (bueno, jamás compramos, pero hacía ilu verlos allí), por ejemplo, encontré Munster, ese oloroso queso alsaciano, que no lo había vuelto a ver desde Estrasburgo...


En fin, todo pijadas, pero chicos, cuando los únicos tipos de galletas de uno come durante tres meses son oreos o chips ahoy!, o chips ahoy! y oreos en todos sus estados de agregación, como que echas de menos hasta las galletas que NO comes cuando estás en España (Pablo, ¿te has dado cuenta de que no hemos vuelto a probar las malditas Oreo/Chips ahoy desde que volvimos?).

Pues eso, que nuestra primera semana en nuestro nuevo “hogar”, nos lo pasamos entre visitas a urgencias y visitas a los supermercados (suerte que lo primero no se repitió) y cuando llegó el final de la semana, decidimos que había llegado el momento de hacer una visita a Phoenix, nuestra ciudad vecina.

(Fotitos: 1) Cosecha propia de mi propia coronilla: mi hortera-gorra-rosa-yanqui y la cesta de mi bici -me pierden las cestas de las bicis-, 2) La calle 52 mirando hacia el sur, muy cerca de nuestra "casa-hotel", 3) Queso Munster alsaciano... ¿No lo oléis? Cuando Pablo vino a visitarme a Estrasburgo, le compró uno a su padre, y lo llevó en el equipaje de mano -¡ahora no te habrían dejado llevar tamaña arma de destrucción masiva!- y lo estuvo mirando todo el aeropuerto de lo mucho que olía el queso este, 4) Muestra de las consabidas galletitas yanquis. No creo que volvamos a comerlas en muchísiiiiiiiimo tiempo).

miércoles, 7 de febrero de 2007

The Gentle Strength Co-Operative: Nuestro supermercado ecológico

Ahora toca dedicar un post especial para un lugar especial, que ha sido un verdadero oasis para nosotros en Arizona.

El lugar del que os hablo es este Gentle Strength Co-operative, un supermercado de lo más poco habitual, pero también una filosofía de vida, porque, no sé si me creeréis, pero era uno de los pocos lugares en los que se encontraba gente con pinta “europea”, o por lo menos, “no tan americanos” (vamos, menos fritos-fritos-fritos, fritos de maíz).

En fin, tampoco es que el lugar estuviera tan fuera de lo normal: muchos de vosotros conoceréis alguna tienda de productos ecológicos por vuestro barrio o donde sea, pero chicos, en un lugar tan árido como Arizona, tan typical far, far west, como que no me habría imaginado un super así. Empezando porque había muchas bicis aparcadas en la puerta, no como, en general, en el resto de los supermercados tempeños (lógico, si uno va a hacer una compra mastodóntica, a millas y millas de su casa, normalmente no se va uno a hacerla sólo en bici, con una cestita como la mía… Normalmente claro).

Y sí, la verdad es que era como acercarse un poquito más a Europa. Aquel primer día, me acuerdo muy bien, encontré naranjas de Valencia en la sección de frutería (todo natural, por supuesto), y le compré unas cuántas a Pablo, pa que se pusiera bueno. ¡No tiene mérito, ni ná! ¡Comprar naranjas valencianas en mitad del desierto de Arizona!

Lo malo de este super era que muchas cosas eran excesivamente caras, sin mucho sentido. Por ejemplo, uno compraba con mucho gusto los huevos que corral, que salían mu buenos, pero el pan de molde, sinceramente, que era igualito, pero de pan integral, y que costaba casi 5 dólares el paquete, pues como que no tenía mucho sentido.

Otra cosa a la que nos aficionamos rápidamente fue a los deliciosos helados orgánicos de este super. No tengo ninguna foto (¡qué tonta! ¡tendría que haber hecho alguna, para haceros la boca agua!), pero a mí me encantaban los de vainilla y caramelo… ¡Ah, mira! ¡Sí! ¡He encontrado la página de mis helados favoritos! Los Julie's Organic Ice Creams. A Pablo le encantaban los sándwiches de chocolate de tofu. Oye, suena raro ¡pero eran adictivos!

No os he contado demasiado cómo era el supermercado por dentro, pero vamos os voy a poner muchas fotitos sacadas de su página web. Tenía muchas secciones diferentes: la más grande era la frutería-verdulería, que tenía bastante variedad, para ser todo fresquito (los tomates eran prohibitivos: costaban casi 6 dólares el kilo…, pero sí sabían a algo, ¡no como los de aquí!), también había otra sección en la que se podía comprar la pasta, y las legumbres al peso; otra sección consistía en una especie de botica en la que se podían comprar infusiones y aliños, también al peso.

¡Y la suerte que tuvimos que de aún estuvieran ubicados cerca del Downtown! Porque según he leído en su página web, se han mudado a la zona donde están todos los supermercados, a un local más grande ¡normal! Todos los supermercados juntitos, y todas las tiendas estúpidas juntitas también, Paris Hilton y Britney Spears juntas también, y los empollones asiáticos juntos y separados de los demás. En fin. Pura mentalidad americana.

Ya os iré contando otras cosas que compramos en este supermercado (y a las que acabamos aficionándonos), porque volvíamos allí casi cada semana.

(Fotos: 1) El símbolo del supermercado ¡muy adecuado, el lema, en nuestro caso!, 2) verduritas fresquitas venidas de todo el mundo: ¡desde las granjas autóctonas de Arizona, hasta Valencia, y lugares lejanos!, 3) Cosecha propia de la entrada del supermercado/cafetería. A la cafetería nunca llegamos a ir..., 4) Frutería/verdulería, con los carísimos tomates en primer plano, 5) Otra imagen de la verdulería, 6 y 7) Las colecciones de especias y de zumos y 8) Cosecha propia de la entrada del super. Las fotos que no son cosecha propia las he sacado de su simpática página web: www.gentlestrength.com).

martes, 6 de febrero de 2007

Días de encierro

Pues como lo prometido es deuda, sigo con lo mío. Os había dejado cuando Pablo se desplomó en la cama, después de que le pusiera sus gotas para los oídos.

A partir de entonces, la cosa no cambió mucho: Pablo se pasó casi tres días enteros sobando: normal, a cualquiera le hubiera pasado lo mismo. Yo, mientras tanto, le ponía las gotas, hacía las comidas, veía la tele, buscaba algo de curro, y dormir, dormía poco porque la nevera hacía ruido y el sofa-camá no era precisamente cómodo (y yo pa esas cosas, como que soy muy maniática... Acostumbrada a dormir en Rivas, que es tan silencioso).

Al día siguiente de nuestra aventura (el día 2 de agosto), por la tarde, con Pablo durmiendo casi a tiempo completo, me decidí a darme un paseo en bici para explorar un poco más la zona que más “cerca” nos quedaba de nuestra nueva residencia… Por supuesto, esperé a que el sol bajara un poco, ¡tampoco pretendía achicharrarme! El problema era que si no se podía salir por la mañana o a mediodía porque te achicharras y tampoco lo puedes hacer cuando el sol se va completamente, ¿qué haces entonces? Pues básicamente, te quedas encerrao.

En fin, a eso de las cuatro de la tarde, que era cuando empezaba a bajar el sol un poco, me decidí a salir. Me dirigí por la calle 52nd hacia University Drive. No me acuerdo de qué día hacía aquella tarde, porque ese paseo lo hicimos infinidad de veces durante nuestra estancia. Al llegar a University Drive, torcí a la derecha, no hacia Phoenix, sino hacia el Downtown Tempe (aquí todo era seguir recto, o la alternativa de torcer a la derecha/a la izquierda).

Ah sí, me acuerdo que iba buscando un “badulake” (Uno de esos K-marts) porque necesitábamos pan de molde… Hubiera podido comprarlo en la gasolinera de la esquina, pero bueno, tampoco me venía mal pedalear un poco…

Ese primer día no di tampoco un paseo demasiado largo, ¡había muchos detalles que ver! (me refiero a detalles prácticos: dónde estaban los súperes, si había alguna farmacia –no la había- etc.), algunas de las cosas que vi fueron:

1) Muchos K-marts. No me paré en el primero que vi, porque como había muchos, decidí mejor pararme en el último, justo antes de llegar al Downtown.

2) Bastantes gasolineras, por lo menos dos o tres. Si no, ¿cómo os creéis que alimentan los yanquis a sus queridos cañoneros?

3) Dos licorerías, pero no lo que os estáis imaginando (quizás os estáis imaginando alguna licorería del estilo de la que aparece en LA Confidential… Tampoco eran así, ni como las españolas… Bueno, pensándolo bien, tampoco he estado en ninguna aquí). Estas eran dignas de la ruta del bakalao: una especie de naves gigantes, solitarias (como todo lo demás, ché), en las que sólo entraban algunos tíos gigantes que aparcaban camiones –presumiblemente, pa llenarlos de alcohol-, aunque nunca entramos en ninguna, así que no puedo deciros como eran por dentro (¡la verdad es que seguro que hubiera sido otra experiencia más pa contaros!).

4) Muchas urbanizaciones residenciales, sobre todo de pisos… Algunos de sus nombres me perseguían (recordad que antes de encontrar el hotel en el que al final nos quedamos, por poco me hice un master sobre las urbanizaciones de Tempe...), algunas de ellas un poquito más "puestas", y otras más cutrongas, dependiendo...

5) Algunos restaurantes de estos tipo “casita" (como el Mc Donald's que ya os enseñé), eran pizzerías, y cosas de esas…

6) Y luego, pues estaban las típicas aglomeraciones de tiendecitas, que se reproducían cada pocas millas, y se intercalaban con los edificios de industrias, enormes, pero de una sola planta (no olvidéis que allí toooodos los edificios son de una planta).

Entre las tiendas que me llamaron la atención, y que me apunté mentalmente que tenía que visitar, estaba un supermercado japonés, una tienda de 98 centavos, y ya al final de la calle, vi, al otro lado de la calle, un curioso cartel que rezaba “Food Market & Vegetarian Café” y que me llamó la atención.

Antes de cruzar la calle para calmar mi curiosidad sobre aquel supermercado, entré en el K-mart, me costó dios y ayuda preguntarle al fulano de turno dónde estaba el pan de molde (sí, hijo sí: BREEEEEEEEEEEAAAAAAAADDD!!!! ¡¡¡¡Eso con lo que se hacen los sándwiches!!!!)

(Fotos: 1) Yo, mientras tanto, me hacía autofotos en pijama y con mi camiseta del jueves de "A mí tampoco me invitaron a la boda real, pero la pagué con mis impuestos", jejeje; 2) Uno de los varios K-marts de University Drive, 3) Una licorería, 4) El Japanese Market del que ya os hablaré, 5) La tienda de los 98 centavos de la que también os hablaré, 6) El supermercado ecológico del que trata mi próximo post, visto desde el otro lado de la calle, como la primera vez que lo descubrí, no os equivoquéis el edificio que se ve detrás es uno de los dos con más de dos plantas de todo Tempe. Es un edificio del banco Chase, que está en el Downtown Tempe).

viernes, 2 de febrero de 2007

¡Ya he vuelto!

En fin, quiero pediros a todos perdón por haber tardado tanto en volver a dar señales de vida.

La verdad es que no tengo mucha justificación, porque tampoco es que haya estado terriblemente ocupada, y por eso, he dejado de escribir… Hombre, sí puedo decir que la cuesta de enero me ha afectado, como a todos, primero con una ausencia de trabajo preocupante, y luego con una avalancha del mismo... Ahora estoy ocupadilla, pero veo que tampoco puedo dejaros en ascuas, sobre todo cuando muchos de vosotros (¡Qué fieles lectores sois!¡Me hacéis sentir afortunada!¡Esto no lo pueden decir ni la mitad de los autores de esa maraña de blogs que es internet!) me habéis llamado la atención porque no escribía nada...

Y claro, en comparación con el blog de Pablo, en el que aparecen un mínimo de dos posts diarios, pues esto está bastante muerto…

También es verdad que llegué, de alguna manera, a un punto y aparte de mi narración. Mi siguiente post se titula “Días de encierro”, que define la mayor parte de nuestra corta estancia de 3 meses en ese "bello y árido" paraje que es Arizona, y luego, aparte de un par de cosas más, como nuestra estancia en Las Vegas, que ya os la he contado a muchos de vosotros, no queda mucho más por contar... ¡¡¡¡Y tengo que ponerme manos a la obra!!!! Sobre todo porque quién sabe que viajes nos depara el 2007, viajes que seguramente me apetecerá comentaros y, no sé, aunque parece que sí, a vosotros leerme.

Pues por el momento, nada más. Procuraré ponerme a escribir tan pronto como mis múltiples obligaciones laborales me lo permitan (ya sabéis, compañeros autónomos, que esto de ser traductor autónomo es peor que ser un hombre orquesta… ¡¡¡Qué a gustito debes estar, Luis, sin tener que preocuparte por esas cosas!!!), pero no os preocupéis: ¡lo retomaré pronto!

Por cierto, no sé qué tal estará, porque aún no lo han estrenado, pero hoy Juan Carlos Ortega estrena un programa en Cuatro, La noche americana. La verdad es que tengo curiosidad por verlo, puede que incluso su programa y mi blog tengan muchas cosas en común.

Ah, además quería deciros que si os interesa tener la "edición especial" de mi blog, estoy haciendo un archivo pdf con todos los postitos y vuestros comentarios. Pos eso.

¡¡¡¡Saludetes a todos!!!! (y gracias a Pablo, a Luis, a Berta, a Ruth y a todos los demás, que aunque no lo habéis dicho, también queréis que continúe escribiendo).

POSTDATA: ¡¡¡¡¡¡¡EL PABLO HA APROBADO EL FIRST!!!!!!!! (Y no, no os penséis que en eso ha tenido algo que ver la estancia en Arizona, si no ha sido para perjudicarle...) ¡¡¡¡A pesar de Arizona has aprobao!!!! Hala, pa que veas.