sábado, 25 de noviembre de 2006

El parque de Tempe

El día de la hamburguesa de pollo, por la tarde, después de nuestra sobremesa en la Hayden Library, nos volvimos a casa dando un rodeíllo: en lugar de recorrer University Drive y luego cruzar el puente pa llegar al hotel, recorrimos Mills Avenue (la calle de las tiendas) hacia Rio Salado y allí, al final, entramos en el Tempe Beach Park, que es un parque que recorre la orilla del río-lago Salado. Estuve tomando unas fotos bastante majas (ahora os pongo una, con Pablo en bici incluido en el centro de la foto), porque ya se estaba poniendo el sol, y quedaron bonitas. Como tampoco queríamos quedarnos en el parque después de anochecer (pronto os hablaré de los asesinos en serie, y entonces entenderéis porqué), entre otras cosas, asesinos en serie aparte, porque el parquecillo estaba un poco desierto, fuimos montando en bici hacia en puente de enfrente de nuestro hotel: fue un paseo agradable, porque ya no hacía tanto calor, y al lado del río corría una brisilla impensable en otros momentos del día.

Ya en el puente, cruzamos hacia el hotel otra vez, guardamos nuestras bicis en el cuarto de material y fuimos al Denny’s a por una ensalada para llevar, para comérnosla con nuestro embutidito… La verdad es que se lo curraron mucho y nos pusieron muchos trocitos de pollo y la acompañaron con una especie de tostadas de pan (tostadas… Con mantequillota, of course). *Vais a pensar que estoy enferma, tol día hablándoos de lo que comimos o dejamos de comer… En fin, tendréis que perdonarme: la comida ha sido, sin duda, una de las cosas más entretenidas de nuestra estancia* No recuerdo bien qué hicimos después, pero probablemente nos desplomaríamos en la cama y veríamos South Park, ¡que seguía siendo una válvula de escape fantástica para todas nuestras penurias arizónicas!.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El parque este es, sin duda, el sitio más bonito de Tempe. Y todavía tienen que alargarlo más porque hay bastante orilla del río que está todavía de obras. Otra de las cosas buenas del lugar era lo de las bicis. De verdad que tuvimos una suerte bárbara en irnos a un sitio acondicionado para que la gente se desplazase en bici. No se puede decir lo mismo de los habitantes del lugar, obsesionados por los putos cañoneros, pero bueno.