lunes, 27 de noviembre de 2006

Asesinos en serie I: The Serial Shooter

Os los llevo mencionando desde hace bastante tiempo, así que ya es hora de comentaros un poco qué pasaba con los Phoenix Serial Killers... De verdad que todo esto parece terrorífico, y en cierto sentido lo es; pero no tanto porque Estados Unidos esté plagado de asesinos como el de Seven, Hannibal Lecter y similares, sino por la mella que toda esta exageración retórica, este abuso del lenguaje hace en los habitantes de ese su país.

Resulta que poco después de llegar a Arizona y solamente viendo un poco los canales de TV locales (que básicamente dedicaban todos sus esfuerzos informativos a hablar sobre este tema en todas sus variantes y sobre el clima, también en todas sus variantes) u ojeando el Arizona Republic, podías hacerte una idea bastante aproximada de este fenómeno que para nosotros sólo existe en las series americanas, en algún pueblo perdido de Bélgica, o por equivocación, como el famoso asesino de la baraja ese… En fin, no estoy diciendo que esta modalidad de asesino no exista más que en los Estados juntitos, sólo digo que verdaderamente uno se llega a plantear si no será que como les gusta tanto y tienen un morbo constante y permanente por estos, los serial killers, o los child molestators (otra raza de delincuentes encantadora), pues aquí aparecen como setas.

En particular, este verano había dos investigaciones abiertas, de las cuales, una se resolvió durante el verano y la otra probablemente jamás se resolverá y entonces, con el tiempo, Oliver Stone o algún otro friqui similar dirigirá una película hablando de ello. O quizás lo incluyan en algún capítulo de Médium.

En primer lugar, estaba el SERIAL SHOOTER (que luego resultaron ser dos) que era, sin duda alguna el más peligroso, por lo que a nosotros respectaba, por lo menos. Supuestamente era un tipo que se dedicaba al ameno entretenimiento de dispararles a los peatones o ciclistas con los que se cruzara, yendo él en coche. El encantador sujeto bajaba la ventanilla de su cañonero y ¡pum!, le disparaba al primer incauto con el que se cruzara y al que se le hubiera ocurrido salir tras la puesta de sol, o muy temprano por la mañana. Por el momento, ya llevaban 13 casos de personas a las que les habían disparado, y la policía sospechaba que todos los casos los había perpetrado la misma persona. Este tipejo, por lo visto, había empezado cogiéndole gustillo a eso de dispararle a seres vivos, y la poli ya estaba investigando las "extrañas" muertes de animales –perros y caballos-, cuando a partir de mayo de este año, también empezaron a surgir los casos de los peatones y ciclistas. Si queréis leer más, pinchad aquí.

Total, todo stupendo. Imaginaos, si los arizónicos ya parecían alérgicos a la luz y el aire (es cierto, en aquella época del año no corría ni una brizna) naturales, encima ve tú a decirles que hay uno o unos tipejos sueltos por ahí, que se divierten disparando a la gente. Luego te vas dando cuenta de que todo es una maldita exageración: si hubiera más gente por la calle, habría menos chalados, o por lo menos, estarían más difuminados y entonces habría menos problemas de esos…

Total, que a eso de principios de agosto, detuvieron a dos tipos que verdaderamente ¡¡¡tenían una pinta de depravados!!! Pos eso, así desarrapados, con la mirada aviesa y el ceño fruncido (bueno, y con cara de locos, para más señas). Todos se pusieron la mar de contentos, sacaron por la tele imágenes de la super detención y el alcalde de Phoenix y no-sé-cuántos tipos más salieron allí, todo orgullositos ellos, a hacer discursos autoalentadores, eso sí, sin pasarse, vaya a ser que la gente deje de asustarse.

(Encantador el mapa de las noticias locales, de www.msnbc.msn.com, 25/11/2006, en el que se detalla dónde exactamente se perpetraron los disparos... Y esto no es nada: información de ese estilo hay a patadas, y mucho más morbosa, por supuesto, todo porque los habitantes estén "bien" informados).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buf, bueno esto es algo que acojonaba bastante. Dejando aparte la cultura del miedo que tiene esta gente, lo de los serial shooters a mi no me gustaba un pelo. Especialmente porque tampoco se veía tanta gente por la calle y seguro que los dos habitantes de Tempe a los que más se les veía por aquel sitio por la acera eramos, seguro, Julia y yo...

Para mí, que los detuvieran, fue quitarme todo un peso de encima, porque no me gustaba tener que pensar todo el rato en que se hacía de noche y nos teníamos que recluir.

Ahora miro por la ventana de mi despacho y siento un gran alivio por estar aquí de nuevo...