miércoles, 16 de mayo de 2007

The Ross-Blakley Law Library


Es importante que os hable de este lugar, porque fue otro de esos lugares en los que pasamos muchas, muchas horas en Arizona, ¡sobre todo yo!

En un momento dado, mi trabajo me hizo echar de menos uno de los diccionarios que más uso y del que abuso (no me avergüenzo de decirlo), que es el maravilloso Diccionario de términos jurídicos inglés-español de Enrique Alcaraz Varó y Brian Hughes (aquí al ladito lo tengo), comúnmente conocido por todos como “el Alcaraz”… Desgraciadamente, no pude llevármelo a Arizona, y no tiene versión electrónica conocida, así que no me quedó más remedio que buscar el asilo de la facultad de derecho de la ASU (tuve suerte de que estuviera en el campus de Tempe y no en algún otro campus lejano al otro lado de Phoenix porque, de ser así, habría estado perdida...), más en concreto, su biblioteca, donde encontré un sustituto razonablemente útil del Alcaraz, pero que, lógicamente, era solamente para consulta… Así que, como no lo podía sacar, me decidí a aprovechar la maravillosa red Wifi de la ASU (que era claramente mejor que la red de nuestro hotel), y me aposenté allí, haciéndome un huequito en la biblioteca, en la que pasé muchas de mis horas de trabajo.

Era un sitio muy tranquilo y silencioso, y gracias a la “liberalización” de horarios (o locura, según se mire) de los lugares públicos americanos, algún que otro día pudimos quedarnos allí casi hasta las 12 de la noche. El único problema que tenía el edificio era que su aire acondicionado enfriaba furiosamente, por lo que al cabo de 10 minutos en el interior, y después de que se le pasara a uno el sofoco del exterior, era como meterse en una nevera… En más de una ocasión tuve que llevarme calcetines, jersey y un pañuelo para el cuello, porque después de muchas horas traduciendo, me sentía griposa (¡sentía terror si pensaba en tener que ir a urgencias!).

Supongo que echaréis de menos que os hable de lugares más turísticos… En fin, en lo que respecta a Arizona, la verdad es que no hicimos turismo, así que no puedo complaceros… Nuestros lugares más frecuentados eran edificios de la ASU (bibliotecas y salas de comidas, principalmente), los supermercados y, en menor medida, los cines... Os prometo que tendréis una buena dosis de turismo cuando llegue a la historia de Las Vegas, a la que prometo sacarle jugo.

(Fotos: 1) y 2) Fotos del edificio cortesía de www.asu.edu, 3) Portada del Alcaraz y 4) Cosecha propia del aparcamiento de bicicletas y la terracita de la biblio -cuando a la gente se le congelaba la nariz estando dentro de la biblio, se salían un ratejo a la calle,a recuperar la temperatura-).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Julia... La verdad es que es un libro cojonudo, que sólo tiene una pega y es que pesa como si estuviera escrito en planchas de bronce. No sé porqué han tenido que editarlo en papel couché, es incomodísimo para llevártelo a los sitios. Lo que dices es una de las ventajas que más aprecio de este trabajo: puedes hacerlo en cualquier lugar del mundo, basta con estar conectado a internet.
Un saludo y ánimo con la traducción, que eres de las pocas que se dedica a esto, por lo que yo conozco.
Luis

juliacgs dijo...

Pues sí, por eso lo tuve que dejar aquí en Madrid, porque no podía arriesgarme a tener exceso de equipaje sólo por el Alcaraz...

¡Hombre! No me digas lo de la traducción, que me siento bicho raro... De momento, ahí sigo, pero a saber qué pasa en el futuro... Aún así, yo creo que esto de ser traductor nunca se deja, aunque lo dejes de forma activa, ¡siempre llevas el traje de licra debajo de tu ropa normal! ;-)