martes, 13 de febrero de 2007

Los siguientes paseos de exploración

Después de mi primera visita al supermercado ecológico, me pasé por la tienda de los 98 centavos, que era un chino de toda la vida (antes también llamados “Todo a cien”), con china dependienta incluida. Allí compré unos útiles cuchillos (estupendos, también han venido con nosotros de vuelta a España), y un cazo pa hacerme mis tés (en el hotel no había ningún cazo pequeño), que tuve que tirar antes de venirme, porque uno de los últimos días hicimos sopa y se le quedó todo el sabor...¿qué queréis? ¡me costó 0,99 dólares!


Volví a casa cuando ya estaba empezando a ponerse el sol, a eso de las siete de la tarde, no os vayáis a creer (y a principios de agosto que estábamos. Manda huevos.). De nuevo, la tarde y la noche supongo que transcurrirían como ya os he contado (sin olvidar nuestras sesioncillas de Futurama, Family Guy, etc.), aunque por suerte, Pablo empezaba a mejorar paulatinamente de su dolor de oídos.

Aún así, al día siguiente, volví a hacer lo mismo, me fui a hacer otro paseíto exploratorio, esta vez hacia el campus y la zona de supermercados “de verdad”... Llegué a bajar hasta nuestro lejano Fry’s, donde comprábamos durante los primeros días (y que era el Fry’s que nos venía bien por horario: abría 24 horas al día, 7 días de la semana. Los otros Fry’s sólo abrían de 5 de la mañana a 12 del mediodía: para gente madrugadora). De camino, vi un Safeway, pero no me paré porque pensé que no tendría comida (nosotros, como siempre, comprando comida).

Os puedo asegurar que una gran parte de nuestra estancia transcurrió consumiendo esas horas y horas en viajes interminables al supermercado, y no es que nosotros comamos tanto (bueno, vale, sí, comemos bastante...), es que había que darse un largo paseo y luego tampoco uno podía comprar todo lo que necesitaba, debido a las restricciones de peso (¡¡una bici no es un carromato!!). Aún así, lo bueno eran los paseos en bici, y lo malo, que ahora cuando pienso en que bajo al Mercadona o al Hipercor en un plis plas, no me entra nada de morriña por Arizona.

En fin, no os voy a aburrir contándoos cada uno de los detalles de nuestras compras en los respectivos supermercados; sólo os diré que al día siguiente, que ya era viernes, Pablo, ya casi recuperado, se animó a venir conmigo, y fuimos de exploración hasta el Safeway en el que yo no había entrado. Nos encontramos con un supermercado más “europeo”... Puede que os sorprenda que esté todo el rato haciendo consideraciones de este tipo (“esto era muy americano”, “esto era más europeo”...), y probablemente, si me pedís que os lo defina, puede que sea bastante difícil, pero puedo intentarlo: digamos que los supermercados más “americanos” estaban llenos de productos con envoltorios muy vistosos (está claro que el marketing es completamente diferente), y largos pasillos dedicados a las bebidas no alcohólicas y a panchitos y patatas de todo tipo... ¿Qué más podría deciros? Por ejemplo, la diferencia que había entre este y el otro supermercado es que tenían una amplia variedad de barras de pan “de verdad” (llámalas “de verdad”, llámalas “francesas”, me da igual, con tal de que la corteza esté dura y tostada, y no sea un “pan de molde” disfrazao). También tenían una asombrosa variedad de vinos y quesos europeos (bueno, jamás compramos, pero hacía ilu verlos allí), por ejemplo, encontré Munster, ese oloroso queso alsaciano, que no lo había vuelto a ver desde Estrasburgo...


En fin, todo pijadas, pero chicos, cuando los únicos tipos de galletas de uno come durante tres meses son oreos o chips ahoy!, o chips ahoy! y oreos en todos sus estados de agregación, como que echas de menos hasta las galletas que NO comes cuando estás en España (Pablo, ¿te has dado cuenta de que no hemos vuelto a probar las malditas Oreo/Chips ahoy desde que volvimos?).

Pues eso, que nuestra primera semana en nuestro nuevo “hogar”, nos lo pasamos entre visitas a urgencias y visitas a los supermercados (suerte que lo primero no se repitió) y cuando llegó el final de la semana, decidimos que había llegado el momento de hacer una visita a Phoenix, nuestra ciudad vecina.

(Fotitos: 1) Cosecha propia de mi propia coronilla: mi hortera-gorra-rosa-yanqui y la cesta de mi bici -me pierden las cestas de las bicis-, 2) La calle 52 mirando hacia el sur, muy cerca de nuestra "casa-hotel", 3) Queso Munster alsaciano... ¿No lo oléis? Cuando Pablo vino a visitarme a Estrasburgo, le compró uno a su padre, y lo llevó en el equipaje de mano -¡ahora no te habrían dejado llevar tamaña arma de destrucción masiva!- y lo estuvo mirando todo el aeropuerto de lo mucho que olía el queso este, 4) Muestra de las consabidas galletitas yanquis. No creo que volvamos a comerlas en muchísiiiiiiiimo tiempo).

3 comentarios:

eulez dijo...

Putas Oreo, que manía les he pillado, donde estén las Príncipe (o su versión marca Hacendado del Mercadona) que se quiten todas. Ah! Por fín vas a llegar a contar cuando fuimos a Fenix, la ciudad más fea del mundo en dura pugna con Albacete. Sencillamente horrorosa.

Ruth dijo...

No sé si Phoenix es horrorosa o no pero es donde transcurre la serie "Medium" de Cuatro y sólo por eso ya merece la pena.
EL marido de la protagonista, matemático, es mi ídolo, combina la tolerancia con la ironia sin ser un calzonazos de una forma perfecta.
¿Se ha notado demaisado que me mola mogollón?

juliacgs dijo...

Sí, la verdad es que cuando nos dijiste que Medium estaba ambientada allí, nos enganchamos, y ahora nos gusta mucho.

Sólo una aclaración: lo de Phoenix es un concepto bastante indeterminado. Yo con Phoenix, me refiero únicamente a lo que es la zona administrativa definida como Phoenix dentro de lo que es el Valley of the Sun. En la serie, me parece que con Phoenix se refieren a todo el Valley of the Sun, por lo que hemos visto.

Es como si alguien que viviera en Leganés dijera que vive en Madrid, que por otra parte, es cierto, pero no es exacto.

Según eso, los protagonistas de la serie podrían vivir en cualquier casa de Tempe, por ejemplo, aunque no parece dar demasiadas pistas sobre dónde están, podrían estar en cualquier sitio.

Lo gracioso es que parecen gente normal, que se visten con ropa normal y que se levantan a horas normales. Después de haber estado allí, lo primero no lo puedo corroborar (es verdad que el marido ficticio de Patricia Arquette parece encantador y nada macho man... ¿Seguro que es americano?), pero los dos otros factores los puedo desmentir completamente: ¡son peña que viste de manga larga! No sé en qué época del año. En diciembre a lo mejor. Bueno, claro, teniendo en cuenta que están siempre dentro de casa, eso es signo de que tienen los aires acondicionaos puestos a tope. Con respecto a lo segundo, esas frecuentes escenas en las que ambos están en la cama y entra una tenue luz por la ventana porque ya es hora de levantarse... ¡¡¡Noooo!!! No son las siete de la mañana. Pueden ser perfectamente las cuatro.

En fin. Como diría Obélix: "¡Están locos estos arizónicos!".

Echo de menos Medium. A ver cuando quitan Anatomía de Grey y la ponen otra vez.