viernes, 29 de febrero de 2008

Primer paseo por la Strip IV: El cabreo peplumiano de Pablo

Caesars Palace exterior

Como os iba diciendo, dejamos la primera tanda de casinos atrás después de pasar por la lujosa galería del Bellagio (del que os hablaré un poco más adelante) para entrar en los jardines del Caesars Palace, ese hotel-casino que se ha convertido en un verdadero símbolo de Las Vegas.

He de reconocer que había estado barajando la posibilidad de hacer una reserva allí cuando estuvimos mirando los hoteles, pero al final me decanté por el New York, New York, y la verdad, tras unos minutos en el interior del Caesars Palace (que según su propio creador, no lleva apostrofito en el nombre, porque no es simplemente el hotel de Julio César, inspirador del complejo hotelero, sino que “Todos los huéspedes son césares”, jaja ¡os lo juro!), no me pude alegrar más de haber tomado esa decisión, sobre todo, por la salud mental de Pablo.

Bueno, supongo que después de lo que ya os he contado no esperaréis nada medianamente fiel del famosísimo Caesars Palace, y hacéis bien. Al principio, el escenario nos engañó un poco: el enorme jardín que rodeaba la parte delantera del hotel estaba compuesto de fuentes, cenadores y estatuas clásicas que, a primera vista (y de noche) podían dar perfectamente el pego del buen gusto. Creo recordar que en uno de los cenadores había montado una especie de piano-bar al aire libre. Recorrimos la distancia que nos separaba de la puerta de entrada al hotel y, nada más entrar, fue cuando comenzó el problema: ya en la recepción del hotel, la estridencia de lo que nos esperaba se adivinaba en todas las estatuas, jarrones y decoración: la estancia estaba iluminada por una discreta luz amarillenta que resaltaba los chillones mosaicos del suelo, los chillones frescos de las paredes y la chillona estatua de Diana cazadora y dos Gracias más que presidía una fuente que ocupaba la parte central del vestíbulo. Pablo empezó a fruncir el ceño imperceptiblemente, a la espera de lo que se avecinaba.

Al principio, nos extraviamos un poco y casi estuvimos a punto de meternos en la zona privada para los huéspedes. Tengo que decir aquí que el “caché” del Caesars Palace pretendía ser del nivel del del Bellagio, y mucho mayor que el del New York, New York, con sus señores de seguridad estiradotes en las extensas zonas VIP y sus adornos dorados por todas partes, por lo que el precio de las habitaciones, por supuesto, también era mayor.

Media vuelta, esta vez sí, nos dirigimos hacia el casino. En fin, sobre este no hay mucho que decir, aparte de que se toman la decoración pepluniana francamente en serio: aunque lo que es el casino es más de lo mismo (con un puntito de sofisticación que aspira más a Montecarlo que al bingo de la esquina de mi calle), los croupieres, los camareros y las camareras iban todos disfrazados como correspondía, con doradas corazas de centurión o togas de tribuno ellos y con atuendos cleopátricos o minúsculas túnicas ellas. Sobre ellas hablaré más adelante, en mi post dedicado al oficio más antiguo del mundo, porque realmente daba la sensación de que no sólo se limitaban a servir copas (loable tarea, dado su mínimo atuendo).

Dentro del casino, había una zona de bares que comprobamos que era el lugar favorito de grupos de solteretes y solteretas que, con miradas ávidas, se buscaban mutuamente, en los diferentes locales acondicionados para “la caza mayor”. También descubrimos que el Caesars Palace, conceptualmente no le hace ascos a nada y responde bien a la filosofía: “Lo clásico, si nuevo, dos veces bueno”, independientemente de que “lo clásico” de turno fuera griego, romano, egipcio o algo que se le pareciera remotamente. Muchos dirían que es to' lo mismo, cosa que a los amantes de la historia clásica, al menos fuera de Las Vegas, puede irritarles el higadillo, que fue exactamente lo que le empezó a pasar a Pablo, cuyo ceño, cada vez estaba más fruncido. En la galería de bares había uno que era impagable: una especie de bar de jazz, que se llamaba Cleopatra's Barge (la barcaza de Cleopatra) e imitaba a la embarcación de la excelsa reina egipcia con las mesas repartidas aquí y allá e iluminada por tonos cálidos y violáceos. Recuerdo que a Pablo le “gustó” ese especialmente.

Después, volvimos a salir al casino y pasamos al lado del Colosseum (un inspirado término mezcla entre colosal+Coliseum, porque me da a mí que les daba la sensación de que el Coliseo romano original no tenía un nombre lo suficientemente colosal como para atraer al americano medio), el enorme teatro imitación del Coliseo romano, que acoge algunas de las representaciones más icónicas de Las Vegas, por allí pasan los cómicos de medio Estados Unidos (Jerry Seinfield es uno de los favoritos), sin olvidar a Céline Dion (que en ese momento estaba en plena temporada de espectáculo) y Elton John, que siempre que pasa por Las Vegas, se queda meses allí.

Tras una zona de máquinas tragaperras, salimos a la mismísima Vía Apia (Appian Way) y las tiendas del Foro (Forum Shops), una galería comercial que acabó de minarle la moral a Pablo por completo: arrancaba con una reproducción del David de Miguel Ángel y en ella se sucedían las fuentes ornamentales de ruinas y pegasos con tenderetes de souvenirs mezclados con tiendas de super-lujo trasplantadas directamente del centro de Milán, todo ello cubierto por, otra vez, un inquietante cielo azul lleno de pastorales nubecillas blancas.

La indignación de Pablo llegó a su punto álgido cuando alcanzamos una plaza en el centro de la galería en una de cuyas esquinas se alzaba un enorme caballo de Troya (símbolo de una juguetería) que era digno de la cabalgata del Orgullo Gay más plumífero que podáis imaginaros. Entonces, Pablo comprendió que no podía quedarse ni un minuto más dentro de aquel sacrílego lugar (curiosamente, yo estaba menos indignada que él... Mmmm, de hecho, casi me come porque me paré a hacer las fotos que podéis ver en este post), por lo que continuamos nuestra marcha en busca de una puerta de salida por el otro extremo del foro, pero en lugar de eso, nos encontramos la fuente más estrambótica y colorida, la Fall of Atlantis & Festival Fountain. Sobre ella se alzaban figuras de césares y matronas sobre bastas columnas de mármol y debajo tenía un enorme acuario de peces de colores. Además, toda ella estaba rodeada por paredes de espejos que reproducían su imagen desde todos los ángulos posibles. Una pequeña multitud se agolpaba alrededor de la fuente porque, no contentos con la estridencia natural del propio engendro, había espectáculo de luces y sonido cada hora… En fin, qué más deciros… Salimos de allí pitando para que Pablo pudiera respirar, cosa que no hizo hasta que estuvimos en la calle, lo suficientemente lejos, al otro lado de la acera, y entonces se dedicó a observar el Caesars Palace con una mirada de odio infinito. Le hice una foto buenísima de la cara de circunstancias (¡Qué mala leche se le puso!), pero me salió muy movida, así que no merece la pena ni que os la ponga.

Como curiosidad, os contaré que la primera pareja en casarse en el Caesars Palace fueron un vejete catalán-cubano cantante de una banda y una famosa actriz murciana recauchutada llamada Charo que, mientras estábamos allí, hacía un anuncio por la tele que era graciosísimo.

Con todo el paseo, nos había entrado hambre, así que a partir de ese momento, nos pusimos a buscar algún sitio en el que llenar el buche (sin dejarnos el jornal, eso sí…).

(Fotos: Jo, no os quejaréis, os he puesto un montón: 1) Panorámica de cosecha propia (C.P.) de una de las esquinas de la parte frontal del Caesars Palace, 2) Trocito del mapa del que os hablo en este post, 3) Entrada a la recepción del hotel Caesars Palace (C.P.), 4) Fuente de la recepción del hotel (C.P.), 5) Esta instantanea de una mesa de póker captura muy bien la esencia del lugar, foto de Shelly, 6) Foto del piano-bar Cleopatra's Barge de www.planet99.com, 7) Zona de las tragaperras del casino (C.P.), 8) El Colosseum desde la otra acera de la Strip (C.P., muy movida), 9) Pequeña foto del Colosseum de día, foto de Andre, 10) Bóveda del interior del hotel, foto de Brian, 11) Minifoto de la "fuente de los césares" foto de Xiangyu, 12) Foto de C.P. de la misma fuente, con tenderete de barantijas delante, 13) ¡El megacaballo de Troya! Digno de Brad Pitt y Orlandito Bloom, foto C.P., 14) La fuente de Fate of the Atlantis and Festival fountain (C.P.), 15) Vista frontal del hotel-casino, con una reproducción de la Victoria de Samotracia en medio).

14 comentarios:

eulez dijo...

Pues es que según lo cuentas parece que yo fuese consciente del rebote que me estaba pillando, pero no es cierto. Me fui pillando el cabreo paulatinamente hasta que nos dimos cuenta de porque era. Y eso no fue hasta que salimos de allí y a mi no se me quitaba la cara de perro.

Pues sí, el Sisars Palas este representa lo peorcito del rollo cartonpiédrico de Las Vegas. No se que más decir, sencillamente es un sitio que me ofendió, aunque tampoco es algo que sepa razonar ni justificar, porque tampoco es para tanto...

Anónimo dijo...

A mí me hubiese pasado lo mismo. Copia de cartonpiedra del David junto a un caballo de Troya transformista entre decadencia yanqui y caricatura esperpéntica de lo romano. Un pastiche del copón (total, qué más da, si todo es de los antiguos esos).

Tomás Hernández dijo...

Según iba leyendo pensaba qué exagerado es Pablo, no hay que tomarse las cosas tan en serio, pero lo del David de Miguel Ángel me ha dejado completamente descolocado. Te doy la razón, Pablo, realmente ofende. Este sitio seguramente sea el paradigma del horterismo yanky.

juliacgs dijo...

Claro, es que es culpa mía que hayas pensado que Pablo exageraba, pero en realidad, como él dice en su comentario, él no era consciente de que se estaba cabreando por lo horroroso que era el sitio, sólo que yo os lo he contado así para que lo entendiérais desde el principio. En realidad, lo que ocurrió fue que se fue poniendo paulatinamente de morros mientras miraba aquí y allá, pero no sabía porqué se estaba enfadando e impacientando de estar allí. Pero, como dice el copépodo, el caballo de Troya fue definitivo (No me acuerdo de haber visto el David de Miguel Ángel... Y aún así, por las fotos que he visto no parece tan malo como las fuentes multicolores con estatuas de dioses...).

En fin, yo estaba un poco en el mismo plan que en el resto de los casinos (es cierto que algunos claman al mal gusto más que otros, y este, francamente se lleva la palma), alucinando del nivel de horterismo que me rodeaba, pero Pablo se puso de mala leche, sin ni siquiera saber porqué...

Por supuesto, no hace falta decir que no volvimos a entrar en aquel lugar durante el resto de nuestra estancia.

Ruth dijo...

Si yo veo el David en cartón piedra... me tiene que sacar los seguratas de la que lio. Para mi el David es sagrado. Cuando lo ví al natural, quedé completamente impresionada. Por el tamaño, por el sitio donde está que realza toda su magnificencia... no sé, no me lo esperaba tan impactante y no podría soportar verlo en un sitio así y mezclado con peces de colores, caballos de Troya y espectáculos de luces.
Eulez, entiendo perfectamente tu cabreo.

Tomás Hernández dijo...

Me has hecho dudar, pero lo del David lo dices en el post.

eulez dijo...

Sí, además es que esto es algo que me pasa de vez en cuanto: me pillo unos rebotes irracionales que en realidad no lo son tanto, porque suelen tener una razón muy definida, aunque en el momento no la sepa. Este sitio sencillamente me ofendió. Que no esta tan mal, que es muy bonito y muy lujoso y todo eso... pero vamos, ni comparación con el Venecian, por ejemplo.

juliacgs dijo...

Que sí, que sí, que sí había una reproducción de la estatua del David de Miguel Ángel, aquí podéis ver la foto, pero lo que digo es que nosotros no llegamos a ver esa estatua. Sé que estaba al principio de la galería comercial, pero debía de estar en alguna plazoleta interior.

Ah, bueno, y también os he pintado la cosa como que todo era cartón-piedra cutre, pero qué va, resulta que esta reproducción del David es a escala 1:1 y está hecha de piedra de la misma cantera italiana que Miguel Ángel utilizó en su original... Casi eso es lo peor de todo: estos yanquis consiguen convertir verdaderas obras de arte de la cultura universal en mera cacharrería del todo a cien... Y todo gracias a unas cuantas luces de colores y unas máquinas tragaperras... ¡Son los maestros de la chabacanería!

cefera dijo...

Estoy espantado. Yo creo que para la próxima prueba de armamento nuclear que hagan los EEUU deberían dejar de lado los atolones del Pacífico y empezar a utilizar algunas partes de la Strip. Un comentario respecto al Venetian. Hace algún tiempo vi un documental sobre su construcción y en el proceso colaboraron historiadores y expertos en arte que trajeron de Italia. De hecho lo tíos de la empresa que fabricaba la decoración fueron a Venecia en muchas ocasiones y llegarón a tirar a la basura muchas cosas que ya tenían fabricadas porque no las consideraban suficientemente fieles. No se si al final conseguirían el efecto que querrían, pero si no os han indignado, mal no lo habrán hecho. Como decía Peter Jackson, si los fans no me esperan a la salida del cine para matarme es que he hecho bien mi trabajo. :)

juliacgs dijo...

¡Jo, César, qué sarcasmo! Si te crees que estoy exagerando, ya sabes lo que tienes que hacer: ¡píllate un vuelo (que están tiraos de precio) y lo compruebas por ti mismo!

Y sí, claramente el Venetian es otra cosa (ya abordaré el tema más adelante).

cefera dijo...

Que va Julia! Si después de ver las fotos lo que pienso es que seguramente te estás quedando corta!

juliacgs dijo...

Nada, nada, al margen de bromas, deberías irte para allá en algún momento, aprovechando lo barato que está el dólar, y así podrás ver todas estas cosas tú también... ¡Y de paso me puedes decir si me paso exagerando o si me quedo corta!

Franwerst dijo...

Seguramente la decoración la sacaron de los saldos de Ben-Hur, los 10 mandamientos, Cleopatra y Espartaco (es-p'ar-taco). Pero bueno, ¡es que para ver los buenos y originales no tenéis que ir a las Vegas, hombre! Daros un paseíto por Roma, Florencia y Milán... no es tan barato como los States pero ahí al menos no hay trampa ni cartón-(piedra). Y además con las low-cost están a tiro de piedra (valga la redundancia).

eulez dijo...

Ya hombre Fran, pero eso se lo tienes que decir a un yanqui que diga que prefiere ir a Las vegas que a Venecia, porque es lo mismo, no a nosotros. Yo por lo menos he estado en esos sitios. Ir con Julia está pendiente, eso es cierto, pero esto de Las Vegas es que nos pilló por allí, eh? No es que quisiéramos ver como era Italia en EEUU...