Al día siguiente, sábado, empezamos a tomarnos las cosas mas tranquilamente (como dice Sabine, no íbamos a pasarnos la vida vagando bajo el sol abrasador!), creo que incluso nos levantamos más tarde y todo (bueno, el desayuno duraba hasta las 10 de la mañana… Había tiempo de vaguear, sobre todo teniendo en cuenta que si no, nos levantábamos a las cuatro por el jet lag…)… La verdad es que no me acuerdo mucho de lo que hicimos aquella mañana, creo que ir a comprar provisiones al supermercado (era una tortura china lo de hacer la compra, porque no se podía comprar nada medianamente perecedero... Como no teníamos nevera, o te lo comías, o se estropeaba irremisiblemente). Por la tarde, cogimos de nuevo el autobús hacia el sur para dirigirnos, otra vez, a Lemon Street, porque habíamos quedado con Maliwan, la chica que nos quería alquilar su piso en el Riviera Palms, en ir a su apartamento a las siete.
Hombre, no teníamos muchas esperanzas de que fuera gran cosa, a pesar de que era el bloque de apartamentos, como ya os dije, menos “malo” de la calle, y ni siquiera sabíamos si estaba amueblado, así que lo que nos encontramos allí, aunque era desolador, no nos sorprendió demasiado.
El “piso” (de nuevo la utilización de esta palabra resulta MUY generosa) de Maliwan estaba en el segundo piso, y para llegar hasta allí fuimos pasando a lo largo de la hilera de ventanas de sus vecinos, a través de las cuales se veía todo perfectamente, y eso que estaban cegadas con unas tupidas redes grises… Incluso pasamos al lado de la ventana de una tipa que estaba cómodamente tumbada en su cama leyendo (igualito que si estuviera en la calle…).
Llamamos a la puerta de Maliwan, que nos dejó entrar en su zulo (¡esta palabra va mejor!): aquello era una habitación oscurísima, con las paredes sin pintar e iluminada únicamente por un par de bombillas de luz eléctrica mortecina, con una barra y una cocina americana al fondo (nevera, quemadores y un par de armarios; todos parecían tener mil años)… Ejem… Por educación, no salimos corriendo en ese mismo instante, pero hubiera sido como para eso. Maliwan parecía muy maja, y por lo menos había conseguido, con dos sillas, una mesa de jardín y sus botes de especias orientales crear un ambiente propio en aquel lugar oscuro (El olor me resultaba muy familiar, como cuando en Estrasburgo Minh Hué y Xuan Son cocinaban sus especialidades vietnamitas). Nos enseñó el resto del piso (el baño, que curiosamente, era bastante grande, su dormitorio, con un colchón como único mobiliario y un armario trastero).
Por lo demás, nos dijo que no tenía internet, y que básicamente se lo pirateaba a alguien que tenía una red inalámbrica en el edificio y que ya no tenía rueda delantera en su bici (único objeto que se apoyaba en la pared), porque una noche se la habían robado…
En fin, todo encantador. Por lo menos, nos fuimos de allí sabiendo lo que NO queríamos. Por suerte Maliwan tenía a otros posibles inquilinos para pasarles su alquiler, porque me habría dado pena dejarla sin otras oportunidades, pero vamos, mirándolo con perspectiva, hubiera sido una auténtica idiotez meterse allí; sobre todo por la de tiempo que nos ha tocado pasarnos indoors.
1 comentario:
También hay que mencionar que el alquiler costaba unos 600$ al mes. Y solo por dos meses, Maliguan había estado 4 y le sobraban 2 del contrato, por eso lo quería alquilar. De habernos metido allí habría que haber pagado electricidad, agua, etc. Y haber comprado un colchón (una cama?? Maliguan dormía en el suelo), sillas, utensilios de cocina, etc, etc, claro.. Y hay que tener en cuenta que nos vamos el día 9 de octubre ¿qué haríamos desde el 1 al 9 de octubre? Si hubiésemos ido a un hotel habrían sido otros 800 dolares...
Pero es que todavía no habíamos pensado en los apartamentos-estudios-hoteles de Homestead... muchísimo más caros y muchísimo más cómodos (y menos terroríficos)
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