Hala, después del “flash forward”, vuelvo a la historia (lo sé, lo sé, se va a acabar el año—de eso no hay duda- y este blog va a seguir inacabado…).
Estaba contándoos, aunque no os acordéis, que no nos sentamos a disfrutar de lo que sería nuestra “osera” arizónica: lo siguiente que tocaba, para hacer aquello un poco más nuestro, era llenar la nevera, que estaba muy, pero que muy vacía. Así que nos echamos los pies al hombro, y nos fuimos al súper en autobús.
Os preguntaréis qué pasaba, a todo esto, con el oído de Pablo… Pues qué iba a pasar, que seguía dando guerra, el muy condenado. Por suerte, todavía le quedaban unos cuantos ibuprofenos, así que se chutó un par de ellos durante nuestra excursión, y así pudo aguantar la ida y la vuelta al supermercado.
Para poder hacer una compra un poco considerable, vacié mi maleta-mochila (que me había comprado para ir a Inglaterra en junio) y nos la llevamos a modo de carrito de la compra. Tras un trasbordo de autobús y una hora larga (lo que ya os conté en su momento: como uno quiera moverse "en diagonal" por la cuadrícula del mapa, lo tiene chungo, porque las líneas de autobús van de norte a sur y viceversa y de oeste a este y viceversa), llegamos al Fry’s y nos abastecimos con todo lo que consideramos importante.
Compramos una práctica sartén de acero inoxidable (que en el hotel, aunque había dos ollas, tazas, vasos, cubiertos, una cafetera y una tostadora –of course, ¿cómo iba a faltar la tostadora?-), y compramos, por supuesto, por supuestísimo, una botella de aceite de oliva… No os vais a creer a quién encontramos en ella (lo podéis ver en la foto que os pongo)… Pues sí, pues sí, es Ferrán Adriá... Si es que aquí el que no corre, vuela, diréis. Pues la verdad: nos parece muy bien que Adriá se apunte este tanto (aunque claramente, no sea mi cocinero español favorito), porque en EEUU, hemos podido comprobar lo poco y mal que nos vendemos en el extranjero. Allí, en particular, en comparación con los franceses y los italianos. Allí todo lo que tenga medianamente pinta de europeo (o sea, que sea más apetecible que lo demás, exceptuando la carne), es o bien francés o bien italiano (lo de los italianos es la repanocha: ¡¡¡se lo adjudican todo, los muy caras!!!) Se podría justificar que en EEUU hay mogollón de inmigrantes italianos de varias generaciones, de ahí que se les atribuya casi todo a ellos (desde el aceite, que tiene huevos la cosa, pasando por las salchichas frescas, varios tipos de embutido, etc) y lo de los franceses viene de que los americanos centralizan la cultura europea en Francia, igual que hacen ellos con la suya (no parecen ser capaces de entender que en un territorio mucho menos extenso que el suyo pueda haber culturas diametralmente opuestas en algunos sentidos)… Para más inri, lo nuestro, lo Spanish, por motivos léxicos evidentes, se confunde con lo “hispano”, con todo lo que ello implica: lo Spanish en un supermercado es la sección de enchiladas, burritos, guacamole y los malditos frijoles… Ni rastro del queso manchego, el Rioja, el jamón serrano, el aceite de oliva (a excepción del de Ferrán Adriá)… ¡Ni siquiera la paella en bote!
Pero de esto, no sólo tienen la culpa los yanquis. Somos nosotros los que no hemos sabido vender lo bueno que tenemos, no sólo gastronómicamente hablando, sino también todo lo demás... ¿Cambiará la cosa algún día? Ni idea, pero deberíamos intentarlo. Vamos, la pasta que les podemos extorsionar a los yanquis gracias a esto seguro que asciende al PIB de algún país pobre. ¡A ver si Viggo Mortensen nos hace publicidad! (Después de lo de Alatriste, parece que el colega se ha vuelto de lo más "ibérico"...)
(Fotos: Hombre, pues son bastante evidentes, ¿no? 1) Mi maravillosa maleta-mochila que aunque Pablo siga que se tuerce para un lado al andar, bien que nos ha sacado de más de un apuro..., 2) La sartén que compramos aquel día que, por supuesto, se ha venido con nosotros, 3) Un modelo de tostadora como el que teníamos allí... Parece ser un elemento imprescindible en cualquier cocina americana que se precie y 3) La botella de aceite de Ferrán Adriá... ¡No deja de ser curioso encontrarse a los compatriotas estampados en botellas de aceite!).
2 comentarios:
Ya pensabamos que te habías olvidado de tu paso por Arizona y no ibas a contarnos nada más.
En vez de volver a casa por Navidad, tú vualves al blog después de Navidad. Está bien.
Ya había visto la botella de Ferran Adriá pero en Inglaterra. Es verdad que nos promocionamos muy poco en el extranjero y que los italianos nos "roban" casi todo. El aceite de oliva que ellos producen y el vino son de peor calidad que el nuestro y sin embargo exportan mogollón.
En el caso del aceite de oliva que es lo que conozco compran mucho a España a granel, luego lo mezclan con el suyo para "enriquecerlo", lo embotellan con su marca y lo exportan. Manuel García Fernández, Industrial del Olivo explica por qué en esta entrevista
El caso de los italianos es de coña, pero más miedito dan los chinos. Tienen ya varios millones (no sé la cifra exacta) de olivos plantados y se calcula que en un plazo de entre 5 y 10 años esten produciendo aceite de oliva. De echo ya producen en pequeñas cantidades y hacen hasta Ferias
Un saludillo y ¡Sigue escribiendo!
Ruth
¡Una hora para ir al super! ¿Y no había otro más cerca?
Lo de el aceite español es verdad, en Londres había italiano y hasta griego en todas partes y en cambio español era raro.
Tomás
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