sábado, 15 de diciembre de 2007

New York, New York!!! (segunda parte)

Pos nada, ya habíamos soltado la maleta en nuestro palacete de habitación, y nos dispusimos a llenar el gaznate, que ya iba siendo hora… Lo malo del New York, New York, a diferencia de otros hoteles de Las Vegas, es que los restaurantes que hay en él son, en general, demasiado chic. Uno esperaría que eso ocurriera en el Bellagio (ya veréis luego las fotos... Un pijerío de sitio), pero no en el NYNY, que tenía pinta de “casino pa to los públicos".

En total, aparte de los puestecillos de comida rápida desparramados por la zona Manhattan-cartonpiédrica, en el NYNY hay un bar irlandés (las cervezas, bien, pero la comida era cara); una steakhouse (churrasquería), también bastante cara; un bar de deportes (creo que hay uno en Madrid parecido, un sitio de esos en los que hay plasmas gigantescos y la gente ve diferentes deportes a la vez… Y en Las Vegas, aprovechan para apostar, claro); un italiano pijísimo; un oriental aún más pijo que el italiano, un bar de “especialidades” americanas (ese era más asequible) y por último, un mejicano.

Nos dio el venazo mariachi y nos sentamos en la terraza del mejicano (terraza porque daba al falso Manhattan, no a la calle. Los hoteles-casinos tienen una atmósfera propia que lógicamente, no van a “contaminar” del aire exterior). Nos atendió una mujer que parecía hablar español, por lo que nos lanzamos. Pero en seguida se sintió incómoda porque no nos entendía. Total, que volvimos al inglés. Si tenéis curiosidad por ver la carta del restaurante, está aquí. No me acuerdo de lo que pedimos (Pablo seguramente sí se acuerda, porque sé que lo disfrutó como un enano), yo creo que me comí un burrito y curiosamente la pasta de frijoles, que normalmente me repugnan (y es raro, porque me gustan todo el resto de tipos de judías, habas y alubias), me gustó. La verdad es que estaba riquísimo y era abundantísimo, así conseguimos nuestro primer objetivo: llenar el buche.

Después venía lo otro importante, echarse un buen siestón. Subimos a la habitación y ¡hala! a roncar a pierna suelta en nuestras enormes camas (es extraña la sensación de poderte dar casi tres vueltas de un lado al otro en una cama individual… Y de caber tumbao entero ¡a lo ancho!) Cuando subimos, debían de ser las cuatro o así y estuvimos durmiendo unas dos o tres horas…

Pablo durmió más que yo, porque yo, al cabo de poco más de una hora, empecé a notar una sensación desagradable, una comezón insoportable... Esto requiere una explicación algo más detallada. Resulta que tengo la piel muy sensible y siempre he tenido problemas de alergias con unos cuantos productos (que, sospecho, se derivan del polen de un determinado tipo de flor, utilizado para hacer potingues pegajosos). Mis problemas con la alergia comenzaron una vez que me hice un esguince de rodilla y me vendaron con Tensoplast, esa venda ultra-adhesiva (cuyo pegamento me produce ronchas sólo con verlo) y luego con toda clase de ceras depilatorias. No puedo ir a que me hagan la cera a ninguna parte por miedo de la mega-reacción alérgica que eso podría producirme. A pesar de todo, utilizo la cera marca Veet que se va con agua (no es cuestión de hacer publicidad —ya tienen ellos la suya, por deleznable que sea y estúpida que sea—, pero realmente es la única que me funciona). Total, que yo me había traído a cuestas un bote de cera Veet en la maleta desde España, previendo la posibilidad de que no hubiera en la lejana Arizona, pero cuando se acabó, comprobé que en nuestro supermercado sí que había, pero no de la que se la calienta, sino de que aplica sencillamente en tiras frías. Así que antes de nuestro viajecito lasvegueño, ni corta ni perezosa, me depilé con aquel invento del diablo, pa poder "lusir" piernas (bueno, relucir si que relucieron… ¡¡¡Los cacho de puntos rojos que luego me salieron!!!!). Por suerte, durante los días de Las Vegas la cosa se limitó a brotar, por lo que me puse realmente mal cuando ya estábamos de vuelta en Tempe.

En fin, la cosa es que empecé a notar el escozor y el hormigueo, no podía dormir, así que me levanté y estuve contemplando el anochecer lasvegueño (y haciendo fotos desde la ventana). La verdad es que resulta espectacular ver como se van encendiendo poco a poco todas las luces de colorines de los casinos, hasta iluminar todo casi como si fuera de día...

Cuando Pablo volvió en sí, nos vestimos pa irnos de paseito. No os creáis: el mero hecho de poder salir a la calle después de las ocho de la tarde a andar sin miedo de que te puedas morir en un pueblajo inmundo perdido de la mano de Dios (y sobre todo de Alá) y que nadie se entere (si te mueres en Las Vegas, aparte de cinematográfico que te cagas, seguro que tienes a los del CSI haciéndote la autopsia) y pudiendo ir a los sitios andando sin tener que recorrer dos mil kilómetros era una novedad en nuestra monótona vida arizónica. ¡¡¡¡Casi la cosa que más podemos agradecerle a los cuatro días de respiro de Las Vegas!!!!

(Fotos: Como siempre, algunas son mías y algunas choriceadas de los albumcillos de Picassa, pero esta vez sí he apuntado los nombres de los autores. 1) Panorámica nocturna del New York, New York de Banjamin, 2) Una de las casitas del decorado Manhattanita de cartón piedra del interior del hotel, 3) Una de mis movidas fotos-cosecha propia de la avenida que terminaba en el restaurante mejicano González y González, 4) Otra cosecha propia de la terracita del restaurante mejicano, 5) La cera Veet que NO me produce alergia, 6) La cera Veet que SÍ me la produjo, 7) Cosecha propia mientras Pablo dormía e iba anocheciendo en Las Vegas (Hoteles que se ven: en primer plano el Excalibur y detrás la puntita de la pirámide del Luxor y el doradísimo Mandalay Bay), 8) Curiosa y espectral (también se ve mi reflejo y las cortinas en el cristal) cosecha propia de lo que se veía enfrente de nuestra ventana -el MGM, el Tropicana y, de nuevo, la montaña rusa de nuestro New York, New York-).

6 comentarios:

eulez dijo...

Pues creo que fui yo quién se comió el burrito (enorme) con la salsa de alubias. Julia creo que se pidió otra cosa precisamente porque el burrito tenía salsa. Estaba buenísimo.

Ay, este post me recuerda el agobio que teníamos con lo de salir a la calle en Tempe. Resulta dificil explicar lo desesperante que resulta vivir en un sitio donde a las 6 de la tarde no hay nadie por la calle. Bueno, donde no hay nadie por la calle nunca y es que nadie paseaba por Tempe. Encontrarse de repente en una ciudad donde había gente a todas horas, todo estaba abierto, etc, etc, nos resultó liberador.

Anónimo dijo...

Mmmmm, pues nada, yo ya estoy haciéndome a la idea de que dentro de nada podremos gozar de este tipo de fastuosas desproporciones en nuestro territorio.

¿Pero a ver, en el casi no os jugásteis todos vuestros ahorros de lo que quedaba de viaje? eso sí que hubiese dado buenas anécdotas (sobre todo si ganáis), imagínate, ahí en la ruleta, chopecientosmil dólares...

juliacgs dijo...

Sí, y no te olvides del descenso de temperatura, que también nos daba un respiro del calorazo arizónico. En Las Vegas hacía un clima normal pal verano... ¡E incluso fresquito por las noches!

Uf, Rafa, no... No nos jugamos todos los ahorros (creo que somos demasiado ratas pa eso y además, si nos los hubiéramos tenido que jugar a las tragaperras, ¡habríamos tardado un siglo! De todos modos, eulez tiene una experiencia con la ruleta que preferiría que no le recordara... Pero sí se la recordaré, ¡no queda más remedio!)... En fin, a pesar de que nuestro recuerdo de Las Vegas fue un alivio de cuatro días de la situación opresiva en la que vivíamos en Arizona, no me gusta nada la idea de pensar en los Monegros. Aquello es, si cabe, aún más artificial que lo de Las Vegas, porque al menos, los casinos de allí surgieron de una situación en la que, históricamente, aquel lugar era conocido por el juego, etc. Ya sé que eso no disculpa el grado de horterez, pero es que lo de los Monegros encima es ¡todavía más de mentira!

sauvage27 dijo...

Spetacular... , ...Merry Christmas...Buon Natale... , ...ciao Loris...Italy...

Ruth dijo...

Además, en los Monegros no tenemos la suerte de tener las maravillosas canalizaciones de agua que dejaron los indios a los "LasVegueños". Y seguro que aquí se ponen a contruir con materiales nuevos, en vez de con ramitas caidas de los arboles como allí. Un despilfarro!!

Es una broma, estoy de acuerdo en que lo de los Monegros es una aberración, y lo de valencia no se queda atrás por supuesto. Menos mal que el cambio climatico acabará con nosotros dentro de poco y nos libraremos de seguir aguantando estas cosas.

PD.- Julia, como ves lo de las canalizaciones indias me impresionó, ya lo he mencionado en más de un post, pero... es tan...

juliacgs dijo...

Bueno, pero en Las Vegas no sólo están las canalizaciones de los indios (supongo que eso será lo de menos), sino que es una zona plagada de aguas subterráneas, cosa que también ayuda... Y cosa que en los Monegros, ¡no hay ni de coña! (ni indios, ni aguas... Empezamos mal).

Como tú bien dices, con estas magníficas construcciones ejemplo de respecto por la arquitectura y el medio ambiente, el cambio climático desertizará España en menos que canta un gallo y nos engullirá en menos de lo que tengamos que preocuparnos...