jueves, 15 de mayo de 2008

Just married in Las Vegas!

Este es un tema del que hace tiempo que quería hablaros y que despejarán definitivamente vuestras dudas de porqué Pablo y yo, y mira que nuestras madres lo temían, no nos casamos "a lo loco" en Las Vegas, haciendo honor al negocio más lucrativo de este bizarro lugar en medio del desierto (bueno, la primera razón es porque no hay ganas, qué carajo… No hay que buscarle tres pies al gato).

En fin, supongo que a todo el mundo se le viene a la cabeza lo del negocio de los bodorrios cuando piensa en Las Vegas. Y no es gratuito (vamos, gratuito lo que menos), porque es uno de los destinos más habituales de los yanquis y de los no yanquis… Más de 150.000 bodas se celebran cada año en Las Vegas, ahí es ná. Y es que hay varias razones para explicar este fenómeno:

En primer lugar, sacar la licencia de matrimonio es un proceso mucho más rápido y exprés que en cualquier otro estado de los USA (info aquí). No son necesarios ni análisis de sangre (por lo visto, en algunos estados se mantiene esta obligación para comprobar, principalmente, si alguno de los contrayentes tiene sífilis o cualquier otra enfermedad de transmisión sexual… ¿y el otro no está al tanto?), ni período de espera, que en otros estados va desde 6 días hasta 24 horas. Por si os interesa, hay que rellenar un formulario, junto con 55 dólares y una foto de carné, y se obtiene la licencia en cuestión de minutos.

Otra de las ventajas de casarse en Las Vegas es la amplísima oferta de bodas que hay. Parece ser que la más barata cuesta 50 dólares en la propia Comisión Matrimonial de Las Vegas… Pero el truco está en que uno, por un poco o un mucho (muchísimo) más, se puede casar en casi cualquier sitio de la ciudad o los alrededores, desde los hoteles, que tienen sus correspondientes capillas, los restaurantes, las capillas especializadas ¡e incluso las capillas de bodas “sin bajarse del coche”! (drive-thru chapels).

No hay duda de que este es el negocio del siglo y los negociantes lasvegueños bien lo saben. Por eso, de ahí las diferentes ofertas, que van desde las bodas exprés hasta los bodorrios con todo lujo de detalles y las temáticas, como las celebradas en las capillas de Elvis, o esas otras en las que te disfrazas de Dr. Spock y te casas en el Enterprise o de pirata del caribe… Recuerdo que en Arizona estuve viendo un reportaje en la tele y lo que me pareció más curioso de todo este tema de las bodas es que la tele y el cine nos han vendido una imagen de la boda en Las Vegas como un acto de rebeldía (“¡Tu padre no aprueba nuestra relación, pero tú y yo nos queremos! ¡Casémonos en Las Vegas!”) o una decisión totalmente espontánea ("¡Cariño, olvídate de preparativos ostentosos! ¡Fuguémonos a Las Vegas y casémonos allí!")…

Sinceramente, me parece que esto es simplemente una táctica de marketing para atraer a todo tipo de insulsa gente del montón que sueña con hacer algo emocionante en su vida, y sólo se les ocurre esta gilipollez. No sólo eso: muchos de ellos, en lugar de aprovecharse del aparente anonimato y rapidez que se les suponen a este tipo de bodas (los que os habéis casado lo sabéis: ¡seguro que os hubiera gustado hacerlo sin ninguno de vuestros plasta-familiares a vuestro alrededor! ¿a que sí?), invitan a todo el mundo, amigos y familiares, a presenciar una de estas hortera-bodas. No niego que seguramente haya gente que se case borracha y a la mañana siguiente flipen viendo con quien se han casado (tipo boda Ross-Rachel en Friends), pero estoy convencida de que la mayoría de las bodas y renovaciones de votos son serias ceremonias por las que se pagan cantidades ingentes (si no, echadle un vistazo a esta página en la que explican algunos de los gastos recomendados en los que se incurren en las bodas: propinas, depósitos, tasas de cancelación, etc.). De alguna manera, se trata de colmar la expectativas de esas novias tan femeninas que sueñan con “la boda perfecta” (vestirse de merengue de varias capas, vamos) con el frikismo de sus maridos, que muchos de ellos se casan con bermudas, camisas de flores, calcetines blancos y pajarita (cuando no se disfrazan de cualquier cosa)… A pesar de todo, como decía César en su blog, los americanos tienen un curioso concepto de las bodas tradicionales (todas ellas tienen un inenarrable punto estridente que aquí no concebimos como normal: la elegancia no admite tules de colores chillones, damas de honor vestidas como espantajos, novias pintadas como puertas… Y mucho menos a un Elvis cantando a voz en grito Viva Las Vegas).

Los hoteles con más glamour, por supuesto, incluyen paquetes de bodas que intentan demostrar la clase que los caracteriza, pero eso ¡ah, amigos! también se paga: Por ejemplo, en el Caesars Palace (ya sabéis, uno de los favoritos de Pablo, jeje), los precios de los paquetes de bodas oscilan entre los 2000 y los 10000 dólares (no estoy al tanto de lo que cuestan estas cosas aquí, pero supongo que a muchos que hayan tenido que organizar la suya, esto les parecerá barato)… En todo caso, por barato que os parezca, me parece a mí que para ser una “improvisación alocada”, es un poquito caro…

Otro de los alicientes que emocionan a los que se deciden por una boda lasvegueña es que infinidad de famosos y artistas del firmamento americano se han casado en Las Vegas, en ceremonias a cada cual más estrambóticas, desde los años cuarenta. Algunos de ellos son Rita Hayworth, Kirk Douglas, Paul Newman, Jane Fonda, Judy Garland, Bob Geldof, Lorenzo Lamas, Jon Bon Jovi, Michael Jordan, Richard Gere y Cindy Crawford, Noel Gallagher, Dennis Rodman y Carmen Elektra, Billy Bob Thorton y Angelina Jolie, André Agassi y Steffi Graf (que además, celebraron la boda en su propia casa, puesto que viven en Las Vegas), Pamela Anderson, Britney Spears y, por supuesto, Frank Sinatra y Elvis Presley.

[Fotos: 1) Elvis frente a una de sus capillas, 2) Foto de cosecha propia durante nuestro paseo de aquel día de una de las capillas de la Strip, 3) Otra foto de cosecha propia en la que se anuncia la oferta de licencias matrimoniales por 99 dólares... Ambos lugares tenían un aspecto cutrísimo, 4) , 5) y 6) Fotos de diferentes bodas frikis anarroseadas del internés -menos mal que mi blog no tiene mucha audiencia, porque si no, seguro que esta gente me denunciaba-].

jueves, 8 de mayo de 2008

Amanece en Las Vegas city...

Lo primero que recuerdo de nuestro segundo día en Las Vegas (para que os situéis, era miércoles 20 de septiembre de 2006) es que me desperté ¡¡¡casi a mediodía!!! con un picor muy molesto en las piernas. Con disgusto, comprobé que la bendita cera depilatoria me había dado alergia y tenía todas las piernas cubiertas de granitos rojos…

Después de tomarnos un rápido café en uno de los puestos del pseudo-Manhattan cartonpiédrico de nuestro hotel, el New York, New York, salimos al solete lasvegueño, que sin duda, era más agradable que el de Arizona... Por supuesto, nuestro primer destino era la farmacia más cercana, a ver si podíamos encontrar algo que me calmara la comezón de las piernas. De nuevo, nos encaminamos hacia el norte de la Strip (os recuerdo que hacia el sur sólo estaban el Excalibur, el Luxor y el Mandalay Bay) y delante del Montecarlo (el hotel contiguo al nuestro) un negrata con una ligera pinta de rastafari nos entregó unos tickets de descuento para tomarnos una copa en el Montecarlo (mira que en Huertas siempre solemos huir de estos pesaos de los tiquecitos, pero aquí nos la colaron, luego resultó que ni siquiera existían los bares que aparecían en el chequecillo que nos había dado) y le preguntamos por la farmacia. Nos indicó que un poco más adelante había una de esas CVS/Pharmacy y allá que nos fuimos. Como ya os expliqué hace ya un porrón de posts, el principal problema que tienen las farmacias americanas es que los productos que uno puede comprar over-the-counter (literalmente, por fuera del mostrador) se limitan a una colección de artículos de la parafarmacia del Corte Inglés (me atrevería a afirmar que ésta es más completa que aquéllas)… Vamos, nada que pudiera acabar con mi picor de manera eficaz. Me compré la Anti-Itch Cream –un external analgesic- que veis en la foto (supongo que por “itch” entenderían ligero picorcillo sin importancia, porque a mí sólo me aliviaba momentáneamente después de emplastarme las piernas a base de bien).

A pesar de todo, aún no me estaba muriendo (eso llegaría después, ya en Tempe…), por lo que continuamos nuestro periplo hacia el norte, decididos a llegar lo más lejos posible Strip arriba. Pasamos por delante de todos los casinos en los que habíamos entrado la noche anterior (Podéis leerlo todo en los siguientes posts: I, II, III, IV y V), hasta pasar el Casino Royale y encontrarnos delante del Venetian, otro de los hitos de esta ciudad del cartonpiedrismo, no sólo por eso y por su “fiel” reproducción de los monumentos más significativos de la ciudad italiana, sino porque ha sido el hogar de mi querido Phantom of the Opera de Andrew Lloyd Weber en Las Vegas, que también se enorgullece de haber impulsado algunos de los espectáculos musicales más conocidos del mundo (y si no, que se lo digan a los de la franquicia del Cirque du Soleil, que aquí hacen su agosto, su septiembre y todo el resto del año). En fin, no podría imaginar un hogar para el fantasma más diferente del original, ese Her Majesty’s Theatre de Londres, del que guardo varias anécdotas que me traen muchos recuerdos (en fin, supongo que eso querrá decir que me estoy haciendo vieja…), pero que, como diría Michael Ende en La historia interminable, nada tienen que ver con nuestra historieta americana y, por lo tanto, no caben aquí…

¿Qué estaba diciendo? ¡Ah, sí! En fin, no nos apetecía enclaustrarnos en ningún casino, hacía demasiado buen día, así que nos echamos los pies al hombro y continuamos el paseo… A continuación, entramos en el Fashion Show Mall (ya sabéis, los centros comerciales o malls, hábitat natural de los yanquis), que como su propio nombre indica, sobre todo, tenía tiendas de trapos... Entre ellas, tuvimos la oportunidad de entrar y echarle un ojo al famoso Bloomingdale's, famoso básicamente porque Rachel Green, useasé, Jennifer Aniston en Friends, trabajó allí una temporada... Tras echarle un vistazo a los precios (que por aquel entonces no eran tan jugosos al cambio como ahora), comprobamos los gustos tan exquisitos de Rachel, ¡vaya precios, ché!

Lo segundo que nos llamó la atención fue encontrar un bar de tapas en el Fashion Show Mall, un lugar llamado Ba Ba Reeba… Curioseamos con interés la carta y comprobamos que ¡no tenía tan mala pinta como imaginábamos! (francamente, no creo que fuera tan malo como aquel que visitamos en Scottsdale)… Según veo en la página web, incluso dan clases para aprender a cocinar paella… En fin, los ingredientes de las paellas son imaginativos (recuerdo que la mixta tenía ¡¡¡chorizo!!!) —algún día os hablaré de mi purismo por la paella… Una faceta de mi carácter que me hace realmente insoportable—, pero la tapa de albóndigas, por ejemplo, parecía bastante realista, aunque eso sí, todo con un punto pijo y ferranadriero para justificar su emplazamiento en un centro comercial de ropa de marca.

Como supondréis, no nos quedamos allí, sino que continuamos ¡más hacia el norte! por delante del brillante Wynn, del New Frontier y del todavía en pie Stardust… El paisaje en esta zona de la Strip es ligeramente diferente de lo que habíamos recorrido hasta entonces: los hoteles se espaciaban más entre sí (había mucho más terreno vacío entre ellos) y en muchos casos, se notaba que había habido demoliciones (de esas que tanto les gustan) y, por lo demás, la fisonomía de grandes y espectaculares casinos con imaginativas fachadas a lo parque de atracciones cambiaba para mostrar más terrenos con edificios privados, bloques de pisos y apartamentos de lujo y algún que otro campo de golf, todo ello en construcción.

Un poco más adelante, entre el hotel Riviera y el mítico Sahara (dos de los grandes antiguos hoteles-casinos que a saber hasta cuándo durarán en pie) se encontraba una curiosa zona llena de motelitos bajos y, cómo no, de las famosas capillas exprés de Las Vegas, cosa de la que os hablaré en el siguiente post.

[Fotos: 1) Crema antipicores que me compré en la farmacia de Las Vegas -Nota mental: ¡Tírala, Julia, está caducada ya!-, 2) Una servidora con el cartelón del Fantasma de la Ópera del Venetian detrás. También se ve un cachito de las reproducciones venecianas, 3) El Fashion Show Mall desde el otro lado de la Strip, 4) El Fashion Show Mall desde su propio lado de la Strip. También se ve un autobus de los de Deuce, de los que ya os hablé anteriormente, 5) El interior del bar español, 6) El final de la Strip, vista desde la planta superior del Stratosphere, en la que podéis ver lo que os cuento: ese primer hotel que se ve a la izquierda es el Sahara y el siguiente edificio bajito es el Riviera. entre ellos, se están construyendo zonas privadas. El edificio que se ve justo a la derecha de la foto es un rascacielos de apartamentos de lujo que aún estaba en construcción... Se ve todo mejor si ampliáis la foto].

domingo, 4 de mayo de 2008

Cine en Las Vegas II


Ya os he hablado de algunas películas imprescindibles para pasearse a pie de calle por Las Vegas. Sólo me falta comentar algunas comedias ambientadas en Las Vegas y otras películas que han utilizado el desenfreno lasvegueño como excusa.

Todas ellas forman un entretenido collage de escenas que probablemente conoceréis u os sonarán... Ahí van unas cuantas:

Nicolas Cage, sin duda es el “actor-vegas” por excelencia: no sé cómo lo hace, ¡pero siempre termina allí! Antes de su afición etílica de Leaving Las Vegas, en 1992 se casa con Sarah Jessica Parker (sí, sí, la tipeja de Sexo en Nueva York) con imitadores de Elvis incluidos en Honeymoon in Vegas (1992)… Y, por supuesto, todos recordaréis a ese bondadoso Nicolas Cage de Con Air (1997), encerrado con el loco de John Malkovich metido en un avión, estampándose al final de la película contra un hotel de la Strip (no me acuerdo de cual).

Además, tenemos la categoría “comedias de fenómenos paranormales-marcianos que ocasionan una comedia delirante”. Probablemente, no puede haber mejor escenario que LasVegas para algo así… Seguro que recordaréis al bebé de dos metros de altura de Cariño he agrandado al niño (1992), tratando de tocar la guitarra gigante de Rodolfo Chiquilicuatre, esa del Downtown Vegas… Sin olvidar que siempre tuvimos la sensación de que estábamos en Marte… ¿Quién podría olvidar el homenaje lasvegueño de Tim Burton en Mars Attacks con la actuación de Tom Jones, un icono de Las Vegas casi a la altura de Elvis? (por cierto, está actuando en el Coliseo del Caesar’s Palace, donde transcurre parte de la acción de la película). A la subcategoría de marcianos piraos que aterrizan en la tierra pertenece también ¿De qué planeta vienes? (2000), en la que un marciano disfrazado de humano trata de fecundar a Annette Benning para repoblar su especie y en su lugar, se encuentra casándose con ella en Las Vegas… Desternillante, sobre todo cuando el pobre marciano (interpretado por Garry Shandling) se pone a zumbar como un condenado cada vez que se excita...

Por supuesto esta última también comparte categoría con otro subgénero muy trillado en las comedias lasvegueñas, que es el relacionado con los matrimonios, los divorcios y todo lo que hay entre medias... A este género pertenece, aparte de la mencionada de Nicolas Cage, Crueldad intolerable (2003) en la que George Clooney es un abogado matrimonialista y Catherine Z. Jones una viuda negra sacaduras. Tengo que reconocer que no la he visto entera, pero tiene pinta de ser graciosa… Estas cosas de las bodas son una mina inagotable, y no sólo para las comedias: si no, que se lo digan a Robert Redford (eso es un galán de cine y lo demás son tonterías, ché) que le ofreció a Woody Harrelson un milloncejo de dólares por beneficiarse a su esposa, Demi Moore, en Una proposición indecente (1993)…

En fin, un montón de pelis ha habido y otro montón que nos queda por ver y si no, para muestra, dos botones que llegan a nuestras pantallas dentro de ná:

· 21: Blackjack (2008) en la que Kevin Spacey es un peculiar profe mates en el MIT que prepara a un limitado grupo de excepcionales alumnos para llevarlos a Las Vegas a que cuenten cartas en las mesas de blackjack. Por lo visto, la peli está basada en hechos reales (una acaba por preguntarse si hay alguna peli americana que no lo esté…). Seguro que esta está bien.

· Algo pasa en Las Vegas (2008), otra de las del género bodas, en la que Cameron Díaz está a vueltas con Ashton Kutcher en ese dilema tan habitual en Las Vegas: ¿qué hago con este tío con el que me casé ayer por la noche después de la peaso borrachera?

Aquí termina la sección “pelis en Las Vegas” que me ha bloqueado durante tanto tiempo... En todo caso, tenéis que comprenderme: ya tengo la cabeza más puesta en Basilea que otra cosa...

(Por cierto, olvidaba deciros que parte de la información para este par de posts la he sacado de aquí).

(¡Gracias a Laurijapo, que me ha dejado poner su vídeo de Tom Jones de Mars Attack!).