viernes, 29 de febrero de 2008

Primer paseo por la Strip IV: El cabreo peplumiano de Pablo

Caesars Palace exterior

Como os iba diciendo, dejamos la primera tanda de casinos atrás después de pasar por la lujosa galería del Bellagio (del que os hablaré un poco más adelante) para entrar en los jardines del Caesars Palace, ese hotel-casino que se ha convertido en un verdadero símbolo de Las Vegas.

He de reconocer que había estado barajando la posibilidad de hacer una reserva allí cuando estuvimos mirando los hoteles, pero al final me decanté por el New York, New York, y la verdad, tras unos minutos en el interior del Caesars Palace (que según su propio creador, no lleva apostrofito en el nombre, porque no es simplemente el hotel de Julio César, inspirador del complejo hotelero, sino que “Todos los huéspedes son césares”, jaja ¡os lo juro!), no me pude alegrar más de haber tomado esa decisión, sobre todo, por la salud mental de Pablo.

Bueno, supongo que después de lo que ya os he contado no esperaréis nada medianamente fiel del famosísimo Caesars Palace, y hacéis bien. Al principio, el escenario nos engañó un poco: el enorme jardín que rodeaba la parte delantera del hotel estaba compuesto de fuentes, cenadores y estatuas clásicas que, a primera vista (y de noche) podían dar perfectamente el pego del buen gusto. Creo recordar que en uno de los cenadores había montado una especie de piano-bar al aire libre. Recorrimos la distancia que nos separaba de la puerta de entrada al hotel y, nada más entrar, fue cuando comenzó el problema: ya en la recepción del hotel, la estridencia de lo que nos esperaba se adivinaba en todas las estatuas, jarrones y decoración: la estancia estaba iluminada por una discreta luz amarillenta que resaltaba los chillones mosaicos del suelo, los chillones frescos de las paredes y la chillona estatua de Diana cazadora y dos Gracias más que presidía una fuente que ocupaba la parte central del vestíbulo. Pablo empezó a fruncir el ceño imperceptiblemente, a la espera de lo que se avecinaba.

Al principio, nos extraviamos un poco y casi estuvimos a punto de meternos en la zona privada para los huéspedes. Tengo que decir aquí que el “caché” del Caesars Palace pretendía ser del nivel del del Bellagio, y mucho mayor que el del New York, New York, con sus señores de seguridad estiradotes en las extensas zonas VIP y sus adornos dorados por todas partes, por lo que el precio de las habitaciones, por supuesto, también era mayor.

Media vuelta, esta vez sí, nos dirigimos hacia el casino. En fin, sobre este no hay mucho que decir, aparte de que se toman la decoración pepluniana francamente en serio: aunque lo que es el casino es más de lo mismo (con un puntito de sofisticación que aspira más a Montecarlo que al bingo de la esquina de mi calle), los croupieres, los camareros y las camareras iban todos disfrazados como correspondía, con doradas corazas de centurión o togas de tribuno ellos y con atuendos cleopátricos o minúsculas túnicas ellas. Sobre ellas hablaré más adelante, en mi post dedicado al oficio más antiguo del mundo, porque realmente daba la sensación de que no sólo se limitaban a servir copas (loable tarea, dado su mínimo atuendo).

Dentro del casino, había una zona de bares que comprobamos que era el lugar favorito de grupos de solteretes y solteretas que, con miradas ávidas, se buscaban mutuamente, en los diferentes locales acondicionados para “la caza mayor”. También descubrimos que el Caesars Palace, conceptualmente no le hace ascos a nada y responde bien a la filosofía: “Lo clásico, si nuevo, dos veces bueno”, independientemente de que “lo clásico” de turno fuera griego, romano, egipcio o algo que se le pareciera remotamente. Muchos dirían que es to' lo mismo, cosa que a los amantes de la historia clásica, al menos fuera de Las Vegas, puede irritarles el higadillo, que fue exactamente lo que le empezó a pasar a Pablo, cuyo ceño, cada vez estaba más fruncido. En la galería de bares había uno que era impagable: una especie de bar de jazz, que se llamaba Cleopatra's Barge (la barcaza de Cleopatra) e imitaba a la embarcación de la excelsa reina egipcia con las mesas repartidas aquí y allá e iluminada por tonos cálidos y violáceos. Recuerdo que a Pablo le “gustó” ese especialmente.

Después, volvimos a salir al casino y pasamos al lado del Colosseum (un inspirado término mezcla entre colosal+Coliseum, porque me da a mí que les daba la sensación de que el Coliseo romano original no tenía un nombre lo suficientemente colosal como para atraer al americano medio), el enorme teatro imitación del Coliseo romano, que acoge algunas de las representaciones más icónicas de Las Vegas, por allí pasan los cómicos de medio Estados Unidos (Jerry Seinfield es uno de los favoritos), sin olvidar a Céline Dion (que en ese momento estaba en plena temporada de espectáculo) y Elton John, que siempre que pasa por Las Vegas, se queda meses allí.

Tras una zona de máquinas tragaperras, salimos a la mismísima Vía Apia (Appian Way) y las tiendas del Foro (Forum Shops), una galería comercial que acabó de minarle la moral a Pablo por completo: arrancaba con una reproducción del David de Miguel Ángel y en ella se sucedían las fuentes ornamentales de ruinas y pegasos con tenderetes de souvenirs mezclados con tiendas de super-lujo trasplantadas directamente del centro de Milán, todo ello cubierto por, otra vez, un inquietante cielo azul lleno de pastorales nubecillas blancas.

La indignación de Pablo llegó a su punto álgido cuando alcanzamos una plaza en el centro de la galería en una de cuyas esquinas se alzaba un enorme caballo de Troya (símbolo de una juguetería) que era digno de la cabalgata del Orgullo Gay más plumífero que podáis imaginaros. Entonces, Pablo comprendió que no podía quedarse ni un minuto más dentro de aquel sacrílego lugar (curiosamente, yo estaba menos indignada que él... Mmmm, de hecho, casi me come porque me paré a hacer las fotos que podéis ver en este post), por lo que continuamos nuestra marcha en busca de una puerta de salida por el otro extremo del foro, pero en lugar de eso, nos encontramos la fuente más estrambótica y colorida, la Fall of Atlantis & Festival Fountain. Sobre ella se alzaban figuras de césares y matronas sobre bastas columnas de mármol y debajo tenía un enorme acuario de peces de colores. Además, toda ella estaba rodeada por paredes de espejos que reproducían su imagen desde todos los ángulos posibles. Una pequeña multitud se agolpaba alrededor de la fuente porque, no contentos con la estridencia natural del propio engendro, había espectáculo de luces y sonido cada hora… En fin, qué más deciros… Salimos de allí pitando para que Pablo pudiera respirar, cosa que no hizo hasta que estuvimos en la calle, lo suficientemente lejos, al otro lado de la acera, y entonces se dedicó a observar el Caesars Palace con una mirada de odio infinito. Le hice una foto buenísima de la cara de circunstancias (¡Qué mala leche se le puso!), pero me salió muy movida, así que no merece la pena ni que os la ponga.

Como curiosidad, os contaré que la primera pareja en casarse en el Caesars Palace fueron un vejete catalán-cubano cantante de una banda y una famosa actriz murciana recauchutada llamada Charo que, mientras estábamos allí, hacía un anuncio por la tele que era graciosísimo.

Con todo el paseo, nos había entrado hambre, así que a partir de ese momento, nos pusimos a buscar algún sitio en el que llenar el buche (sin dejarnos el jornal, eso sí…).

(Fotos: Jo, no os quejaréis, os he puesto un montón: 1) Panorámica de cosecha propia (C.P.) de una de las esquinas de la parte frontal del Caesars Palace, 2) Trocito del mapa del que os hablo en este post, 3) Entrada a la recepción del hotel Caesars Palace (C.P.), 4) Fuente de la recepción del hotel (C.P.), 5) Esta instantanea de una mesa de póker captura muy bien la esencia del lugar, foto de Shelly, 6) Foto del piano-bar Cleopatra's Barge de www.planet99.com, 7) Zona de las tragaperras del casino (C.P.), 8) El Colosseum desde la otra acera de la Strip (C.P., muy movida), 9) Pequeña foto del Colosseum de día, foto de Andre, 10) Bóveda del interior del hotel, foto de Brian, 11) Minifoto de la "fuente de los césares" foto de Xiangyu, 12) Foto de C.P. de la misma fuente, con tenderete de barantijas delante, 13) ¡El megacaballo de Troya! Digno de Brad Pitt y Orlandito Bloom, foto C.P., 14) La fuente de Fate of the Atlantis and Festival fountain (C.P.), 15) Vista frontal del hotel-casino, con una reproducción de la Victoria de Samotracia en medio).

miércoles, 20 de febrero de 2008

Primer paseo por la Strip III: La Europa cartonpiédrica de ayer y hoy

Pegadito al antiguo Aladdin-ahora Planet Hollywood, está otro de los hitos lasvegueños: el Paris Hotel Casino. Y allá nos dirigimos, curiosos por ver la consabida reproducción de la Torre Eiffel y demás reproducciones de monumentos parisinos.

En fin, qué deciros. He oído a muchos americanos enorgullecerse de este casino casi como si hubieran reconstruido París piedra a piedra, pero después de haberlo visto, cualquier cosa que me digan no me impresionará. Si por construir fielmente entiendes crear una falla tamaño king-size (igualito que las fallas, de cartón-piedra y tó) de los cuatro o cinco monumentos representativos de la ciudad, con colores más estridentes, a ser posible, plantar dos o tres bistrós y vender bebida alcohólicas en botellas con forma de Torre Eiffel, ¡felicidades! Las Vegas es el lugar al que DEBES ir. Eso sí, no contamines el París real con tu presencia, por favor.

Este comentario mío viene a cuento de que esa es otra de las claves de esa ciudad marciana llamada Las Vegas. Muchos yanquis, en su infinita idiotez, piensan que Las Vegas puede sustituir a Europa en conjunto. Esto revela en gran medida a qué se dedican cuando vienen al "viejo continente", aplicando una lógica puramente americana: pillan un autobús y se recorren todo el continente en 7 días, parando a la velocidad del rayo en los lugares turísticos más importantes para tomar unas fotos y, a la vuelta, dárselas de cultos ante sus vecinos, porque han ido a Europa, oyes. Según esta mentalidad, eso sería perfectamente sustituible por un Disneylandia para adultos en el que todos esos monumentos se concentraran en el menor espacio posible, todo ello bien regadito de alcohol, putas y juego... Pero no nos confundamos: esta no es la opinión de cuatro granjeros de Oklahoma que no saben leer. La cosa es aún más sangrante: estando en Las Vegas, una tarde que estaba viendo la tele en nuestra habitación, nos topamos con un reportaje en el que diferentes personajes conocidos de la ciudad la presentaban y loaban sus virtudes. En el reportaje aparecía una pareja de cómicos-magos que se llaman Penn & Teller (seguro que los habéis visto en los Simpsons y en otras series. Por lo visto, son bastante conocidos en los USA) que suelen actuar en Las Vegas. Para que os hagáis una idea los que nos los conozcáis, por lo visto, estos pavos son famosos por su humor inteligente, ateo y crítico con la política (también se les conoce por su liberalismo exacerbado). El gordo de la perilla y las gafas (el tal Penn), no sólo elevaba Las Vegas a la altura del Olimpo terrenal (a ver, que eso se entiende, tampoco va a morder el tipo la mano que le da de comer), sino que -al loro- culpaba a los europeos por su desvergüenza y su poca conciencia cívica al estar manteniendo edificios tan antiguos que “afean” y “estropean” el paisaje y que consumen el erario público, sí señor. ¿De qué valen las antiguallas romanas? ¿Pa qué conservar restos medievales, edificios renacentistas y dieciochescos? ¿O monumentos como la herrumbrosa torre Eiffel verdadera, cuando uno puede construir todo eso en cartón piedra y cuando se aje, tirarlo abajo y volverlo a construir con colores más bonitos y chillones, si cabe? Vamos, que simple y llanamente, el cateto este (que, como ya os digo, iba de tío informao, culto e inteligente) venía a culparnos a los europeos de todas las desgracias de la civilización moderna por “aferrarnos al pasado innecesariamente”, no como ellos, sufridos americanos, que cuando ven cualquier cosa vieja se apresuran a tirarla abajo, no vaya a ser que “haga feo”.

En fin, diréis que me indigno por nada. Pero en realidad no me indigno: sólo creo que la gente que piensa así nunca jamás debería salir de los USA, de hecho, debería negárseles el visado para salir del país, y por supuesto, nada de venir a Europa, ¡no te jode! (También podríamos desterrar a EEUU a los neoliberales que nos joden la vida aquí y que desearían que esto fuera Estados Unidos, para que, todos ellos, en amor y compañía, crearan su paraíso terrenal de libertades individuales, seguridad, creacionismo e ignorancia). Y está claro que, a pesar de todo, sí que era gracioso pasear por el interior de los casinos estos y ver las "frikadas" que se les había ocurrido recrear…

Después de haber presenciado, en la acera de enfrente, el icónico espectáculo de música, agua y luces de la enorme fuente del Hotel Bellagio (aunque yo andaba convencida de que esa no era la fuente del Ocean’s Eleven de George Clooney… No sé porqué, en la peli la había visto diferente, me había dado la sensación de que estaba en mitad de una gran plaza), nos internamos en el Hotel Paris y en su galería comercial, que recreaba las tiendas de super-lujo-lujazo de la Rive Gauche, para desembocar en el interior del Bally’s que era el Hotel Casino contiguo. Como muchos otros, no nos llamó especialmente la atención (chico, al final, la acumulación de máquinas tragaperras y mesas de dados se hacía repetitiva y aburrida), por lo que salimos a la calle por la cinta transportadora de salida del Bally’s.

A continuación, entramos en la galería comercial aneja al Bellagio, para continuar nuestro periplo hacia el norte y visitar otro de los lugares de culto de Las Vegas, el Hotel Casino Caesar’s Palace.

(Fotos: 1) Foto cosecha propia de nuestra primera visión de cerca del París, 2) Trocito del mapa del que os hablo en este post, 3) Un anuncio del espectáculo del par de ...ejem... esos. Os aseguro que la prepotencia del fulano gordo en el reportaje que nos tragamos era insufrible, 4) Cosecha propia de la reproducción de la torre Eiffel y de la ópera de París -la reproducción de la ópera es bastante chusca... No se parece, creo yo: podría ser cualquier edificio francés-, 5) Cosecha propia del pie de la reproducción de la torre Eiffel. Aunque en un principio, su intención era la de construir una el mismo tamaño que la original -no puede haber un símbolo más fálico que la torre Eiffel, y ya sabemos todos que los americanos siempre se pirran por demostrar su masculinidad-, pero el aeropuerto está demasiado cerca, así que tuvieron que hacerla a mitad, 6) Una muestra del pasaje comercial del interior del Paris, con su inquietante cielo azul con nubecillas blancas aquí y allá... ¿¿¿Quié quiere un cielo de verdad cuando lo puede tener pintado por el mismo precio???, foto de Hannah de picasa, 7) Cosecha propia de la reproducción del arco del triunfo del exterior del edificio. En este caso, el arco es 1/4 del original, porque el rey de los Campos Elíseos es enorme -sí, Dan Brown, esa avenida parisina que es igualita, igualita que la Sexta Avenida :-)) y porque como el tamaño del arco del triunfo no simboliza poderío masculino sino más bien todo lo contrario, les da igual el tamaño, 8) Reproducción del puente Alexandre III... Este también os ha quedao más peque que el original, ¿verdad? ¡pilluelos!, foto de Dan de picasa, 9) Interior del casino. Una de las patas de la torre Eiffel hace las veces de caja del casino, foto de Ofer de picasa, 10) Luminosa entrada del Bally's con cinta trasportadora que desemboca en una especie de estación desde la que se puede coger un tranvía que viene del MGM Grand y termina su recorrido en el Hotel Hilton, que está fuera de la Strip, foto de www.vegas-dreaming.com).

martes, 19 de febrero de 2008

Primer paseo por la Strip II: El Aladdin Hotel Casino

Pues sí, pasamos por delante del luminoso de M&M's (era una tienda en la que sólo vendían merchandaisin de M&M's), delante de la botella de Coca-cola gigante que se veía desde nuestra ventana, recorrimos una zona llena de tiendas de souvenirs y pasamos delante también de un Wallgreens y de lo que llamaban el Hawaiian Marketplace, unas especie de plaza con galería comercial con muchos tenderetes de baratijas (hombre, Las Vegas es la ciudad del dinero, y hay que ponerle medios a la gente pa que lo gaste, ¿no?), un karaoke y varios restaurantes, un Walgreens y el restaurante Harley-Davidson, de cuya fachada surge la parte delante de una enorme motocicleta luminosa.

De camino a otro casino entramos en la siguiente manzana, que estaba formada por una galería comercial llamada Dessert Pasage en obras, con inspiración de zoco árabe, que desembocaba en el Aladdin Hotel Casino. Por fuera era bastante bonito, así con inspiración “mil y una noches” cartonpiédrica, pero por dentro no tardamos ni diez minutos en entrar y salir… ¡Qué cochambre de casino! El interior tenía el mismo aspecto lúgubre y dilapidado que las salas de juego y los bingos españoles: el decorado se caía a pedazos y los pocos jugadores que había, tenían pinta de ludópatas borrachos.

Luego, si lo piensas, todo se explica, porque poco después de que nosotros estuviéramos allí, la dirección del hotel cambió y le hicieron un lavado de cara integral, dejándolo como nuevo y cambiándole también el nombre: ahora es el Planet Hollywood Casino. Supongo que esa es una de las claves de la existencia de Las Vegas: todo lo viejo o lo que deja de ser moderno, brillante y luminoso tiene fecha de caducidad en forma de implosión gigantesca. En el caso de otro tipo de construcciones o, simplemente, de otros hoteles normales y corrientes, estaría totalmente en contra de esta filosofía, pero reconozco que parte del éxito de ese engendro que es Las Vegas es que no se le permite ni un ápice de antigüedad, por lo que no hay pie a que la verdadera sordidez de las salas de juego inunde el ambiente...

Otra cosa que es graciosa con respecto a esto es que los yanquis consideran un valor añadido al hecho de que, cuando un casino se queda obsoleto, se pueda montar un jolgorio en torno a su implosión. Se reúnen a una distancia prudencial del susodicho edificio, con palomitas y bebidas y jalean como micos del zoo cuando el edificio en cuestión desaparece entre una nube de polvo. En el caso del Aladdin ha sido una operación de maquillaje más superficial: simplemente le han cambiado el rótulo y supongo que habrán reformado el edificio por dentro. Aquí os pongo un enlace de cuando lo tiraron en 1998 para volver a reconstruirlo... Parece que este no es un casino que dure demasiado...

En fin, nosotros a lo nuestro, salimos de allí para continuar con nuestro paseo Strip arriba.

(Fotos: 1) Foto de cosecha propia del Aladdin, 2) Trocito del mapa del que hablo en este post, 3) Luminosos de Coca-cola y M&M's, 4) Fachada del restaurante Harley-Davidson, 5) Interior del casino Aladdin, 6) Desert Pasage, 7) El nuevo hotel Planet Hollywood).

lunes, 18 de febrero de 2008

Primer paseo por la Strip I: El MGM Grand

MAPALASVEGAS3D


Tres días seguidos de CSI Las Vegas y Casino en TVE eran señales inequívocas de que debía retomar este blogcito mío original (the one and only) después de la pausa más larga que me he tomado desde que nació, allá en el verano de 2006 que aquí relato.

Las razones por las que me he ausentado, las encontraréis aquí

Pero bueno, otra razón perfectamente lógica es que los posts de este blog cada vez se van alargando más y más y ya apenas se me ocurría cómo contaros las cosas sin ponerme casi académico-wikipédica, que tampoco es plan… Pero es posible que ocurran cosas (que aún no revelaré...) en los próximos meses que me obliguen a clausurar los Viajes de Juliver en USA para trasladarlos a otros lares más europeos… En fin… Ya veremos…

Lo que tocaba y toca a continuación (intentaré seguir el hilo de los acontecimientos, sin prisa pero sin pausa —ya estoy viendo a Pablo poner los ojos en blanco—) era contaros un poquito cómo fue nuestro primer paseo exploratorio por el mundo casinil lasvegueño: ¡todo un universo de luz, color y tintineo de monedas de las máquinas tragaperras!

Pues a lo que iba: A las nueve de la noche salimos del New York New York por la planta de arriba, por la que habíamos entrado en el hotel, dispuestos a explorar la noche de Las Vegas. Nuestra primera parada, por supuesto, era el MGM Grand, ese enorme casino montado por los estudios de Hollywood con el gigantesco león dorado presidiendo la entrada. Recuerdo que a aquellas horas de la tarde, un martes, la cosa no andaba muy animada por la planta de arriba del casino, de hecho, estaba bastante desierta e incluso la reproducción del Studio 54 que había nada más entrar estaba cerrada. Bajamos a la planta del casino, donde había un poco más de animación: lo primero que nos encontramos fue una zona de butacas con una barra en el centro en la que los camareros/as se subían a bailotear, siempre ligeritos de ropa (traté de hacer una foto del asunto, pero se ve bastante mal… Tampoco era plan de utilizar flash, asustarles y que se "esnucaran"). A la derecha de la barra se entraba hacia el casino, donde estaban las máquinas tragaperras, y el ambiente era mucho más opresivo que en el NYNY: techos bajos, luces atenuadas, ludópatas por doquier con mirada extraviada... Un poco más a la derecha, había una enorme vitrina de cristal rodeada por una turba de turistas flasheando el interior con sus enormes cámaras japonesas. Dentro, habían recreado -esto os va a encantar- un escenario selvático y había unos leones, con sus cuidadores vestidos de Indiana Jones. Sí, amigos, esto es algo que se ve mucho en Las Vegas: ya que por pereza, Mahoma no va a ir a la montaña, sin duda, la montaña irá a Mahoma, aunque sea de cartón piedra y con animales encerrados de por medio. Además, si un hotel tiene un leivmotiv animal, como le ocurre al MGM (o al Flamingo con sus flamencos), no puede pasar sin una reproducción viva del mismo, desde un búfalo hasta pececillos de colores. Tendríais que haber visto el hastío con el que miraban los pobres bichos aquellos... Al cajoncete de cristal (bajo el cual se podía pasar, y así veías a los leones por debajo) lo llaman “habitat” y se quedaban tan panchos. Ah, según dice aquí, lo que tienen de especial estos leones es que son descendientes directos de Leo, el mismito que rugía al empezar las pelis antiguas… Además, los guardan en la caja para preservarlos de la desaparición de su especie (ah, algún motivo bíblico tenían que tener, en plan Noé, por si se extinguen los leones siempre quedarán los de la caja del casino) y además, los leones viven normalmente en un rancho a 12 millas del casino y "curran" en el casino de 11 de la mañana a 10 de la noche.

Pues eso, después de haber el visto el casino del MGM, empecé a alegrarme de no que no estuviéramos alojados allí (sensación que tuve en muchas ocasiones durante los cuatro días…): este MGM era más casino “de verdad”, no tenía el punto de parque de atracciones que tiene el NYNY. Supongo que a los amantes del juego les horrorizará el NYNY, pero yo no podía soportar los casinos sin ambiente “temático”. Me aburrían y me parecían deprimentes. Aún así, por supuesto, el MGM no era el peor en ese aspecto.

Después de desistir en el intento de llegar hasta el fondo de la zona de juegos (¡aquello era más largo que un día sin pan!) dimos media vuelta y nos dirigimos hacia la zona más exclusiva del casino, a la izquierda de la barra de bar del principio. En todos los casinos, hay zonas en las que no puede entrar cualquier turista despistao como nosotros y sólo entran en ellas tipos vestidos como George Clooney en Ocean's Eleven, o extranjeros (japoneses, árabes…) con pinta de forradetes, que jugaban al póquer con cara de concentraos.

Pasamos de largo todas aquellas zonas y restaurantes con pinta de caros y salimos a la calle, para recorrer la Strip hacia el norte.

(Fotos: 1) Genial mapa en 3D de la Strip con todos los hotelillos... Parece el mapa del juego Hotel, de Matel. Sacado de la revista Las Vegas Magazine, que nos la dieron en el hotel, 2) Pequeño detalle del mapa anterior que muestra el trocito de mapa del que os hablo en este post, 3) Foto de cosecha propia del MGM Grand, con el cacho de león dorado. La había tomado nada más llegar a Las Vegas ese mismo día, 4) Simbolito del Studio 54, 5) Foto de cosecha propia de los camareros bailongos, retocada pa que se vea al menos un poco, 6) Sí amigos, todos los que se ven en el fondo son los chimpancés que contemplan a los leones enjaulados. Fotos de Picasa, de Sam, 7) Otra foto de una leona aburrida que mira con ojos entornados a la multitud desde su atalaya artificial. Fijo que está pensando en quién se comería si pudiera escaparse. Foto de Picasa, de Paul, 8) Foto de cosecha propia del casino. Es difícil percibirlo en una fotografía, pero sí que se ven los techos bajos, la multitud asfixiante de máquinas tragaperras y la gente pegada a ellas como polillas a la luz).