miércoles, 30 de agosto de 2006

Lemon Street II

Continuamos adentrándonos en la calle, cuyos edificios tétricos se reproducían a ambos lados… Nos acercamos al siguiente bloque y en el aparcamiento estaban trabajando un par de mejicanos que nos preguntaron qué queríamos y cuando les dijimos que estábamos buscando alojamiento, uno de ellos nos metió un rollo tremendo, que en cierto sentido, fue bastante útil; porque nos explicó que NO todos los apartamentos de la calle tenía aire acondicionado (dijo que algunos se rompían con sólo mirarlos… No me preguntéis qué demonios hace el personal al que se le rompe el aire acondicionado), que probablemente no íbamos a encontrar alquiler para sólo dos meses (nos sugirió que miráramos en una casitas al final de la calle) y también nos habló sobre el monzón (del que luego os hablaré). Al final, nos lo pudimos quitar de encima para seguir con nuestro periplo por la calle…

Mi mapa de supermercados marcaba uno justo en la otra acera (“¡¡Qué suerte por tener un supermercado a la vuelta de la esquina, si nos quedamos a vivir por aquí cerca!!” Le dije yo a Pablo…). El supermercado de marras resultó ser en realidad una de esas tétricas tiendecillas minúsculas regentadas por indios y que tienen un poco de todo (incluso tenía una nevera llena de trozos de carne congelados… No me preguntéis de qué, porque no tenían ningún tipo de etiqueta). Compramos combustible (en forma de agua, no sé cuántas botellas nos cepillamos esa mañana) y salimos de allí rápidamente.

Pero no os creáis que salimos corriendo de la calle, para no volver a pisarla nunca más, ¡¡¡no!!! Continuamos calle adentro, hasta que llegamos a un cruce de caminos en cuya esquina estaba ¡¡¡El famoso Campus pointe!!!

Esto tengo que explicároslo un poco: resulta que los primeros apartamentos de los que Pablo y yo oímos hablar, cuando todavía estábamos en España, fueron estos, los del complejo del Campus Pointe. Si visitáis la página web, os sorprenderá la buena pinta que tienen; cosa que más o menos nos confirmó una chica catalana que había estado por aquí seis meses y con quien Pablo se había puesto en contacto. Casi hubiéramos reservado aquí un piso antes de venir, de no ser porque haciendo una búsqueda casual por Internet, me topé con una página que se llama algo así como apartment-ratings, en el que el personal básicamente se dedica a poner a caldo los sitios donde viven o han vivido… Desde España, todo era muy confuso, porque ¡¡¡las cosas que decían eran como para echarse a temblar!!! Todo lo que os imaginéis, vamos: desde robos de coches y bicicletas, pasando por fiestas salvajes de los vecinos o de los homeless de la esquina, visitas inesperadas de testigos de Jehová en mitad de la noche, pasando por plagas de escorpiones y cucarachas del tamaño de manos, líos con las bandas de latin kings, hasta asesinatos, violaciones, etc... La verdad es que no sabíamos si la peña es que estaba exagerando, o es que de verdad ocurrían todas esas cosas (y no me refiero sólo al Campus Pointe… De este casi sólo se decía que las paredes de los apartamentos eran de papel de fumar)…

(Fotos de cosecha propia: 1) Lemon Street desde el principio, 2) El badulake indio... ¡¡¡El de Apu es podría ser un hotel de cinco estrellas en comparación con esto!!!, 3) Otro bloque de apartamentos de Lemon Street, en el que estaban trabajanado los obreros mejicanos).

martes, 29 de agosto de 2006

Lemon Street I

Pues eso, por fin salimos del campus, propiamente dicho, hacia la “zona de apartamentos”. Hay que decir que poco a poco se iba acercando la hora de comer (debían de ser alrededor de la una), con lo cual, el calorazo empezaba a caer como una losa sobre nosotros… Quizás eso acrecentó nuestra depresión cuando entramos en la famosa Lemon Street, que es la calle donde se supone que estaban la mayoría de los bloques de apartamentos para estudiantes.

¿Bloques? ¿Apartamentos? Ambos conceptos, en cualquiera de las variantes que os podáis imaginar, son demasiado generosos para lo que allí había. Voy a intentar describíroslo, porque aunque en las fotos que os pongo también vais a poder verlo, ocurre una cosa muy curiosa con ellas: resulta que no es excesivamente necesario “trucarlas” para que un lugar… ejem, como este… parezca un paraíso tropical digno de ricachones.

Yo pensaba que los de las páginas web tienen un morro que se lo pisan y directamente trucan las fotos que ponen en sus páginas web, pero cuando me puse yo a hacer fotos, comprobé que las fotos no reflejan lo horrible que es el lugar…

No sé si os haréis a la idea sólo con mi descripción, pero ahí va: ¿Sabéis esos moteles de carretera de una o dos plantas que salen en todas las road movies americanas? Bueno, pues los edificios de la calle eran de este estilo: las puertas de cada apartamento daban a la calle, lo mismo que las ventanas, que todas ellas estaban cubiertas por gruesas mosquiteras. Lo peor de todo es que, a pesar de la luminosidad del sol y de la elevada temperatura, casi todos los edificios tenían un ambiente tenebroso, llenos de recovecos.

El primer bloque de edificios que visitamos pertenecía a los apartamentos de University Pointe. Una de las puertas interiores era el despacho de administración, así que llamamos a la puerta y nos atendió una chica bastante maja, que nos dijo que no les quedaba ni uno ni medio apartamentos (cosa, la verdad, que no pudo más que alegrarnos… Pero oye, había que preguntar). No sólo eso, sino que nos desanimó en nuestra búsqueda, porque nos dijo que los alquileres de casi todos los sitios eran a partir de 6 meses (eso yo ya lo sabía, porque lo había estado mirando en internet… Por lo menos eso era cierto).

(Fotos de cosecha propia: 1) Principio de Lemon Street desde Rural Road, 2) University Pointe)

domingo, 27 de agosto de 2006

Voltios por la ASU

¡Vaya! Realmente debería darme un poco de garbo, porque empiezo a olvidar los detalles de lo que hemos ido haciendo día a día (ya sé que no hace falta que os lo cuente tan detalladamente, pero bueno, ¡tampoco estaría mal poder acordarme!).

Pues eso, prometo ir un poquito más deprisa a partir de ahora, aunque os digo lo mismo que el otro día; a partir de cierto momento mi relato se hace inevitablemente rutinario: esto no tiene pinta ni de que vayamos a hacer rafting por el Cañón del Colorado, ni a perder grandes sumas de dinero en un casino en Las Vegas, ni tampoco a cruzar la frontera mejicana, como siempre intentan hacer los forajidos de las películas… O Thelma y Louise.

Como os iba diciendo, al día siguiente nos levantamos y nos volvimos a echar los pies al hombro y ¡a andar hacia el campus! (Esperamos al autobús durante un rato, pero no vino.) Pablo iba con idea de ir a registrarse en la universidad, pero me parece que se le olvidaron los papeles que tenía que entregar, así que decidimos dejarlo para la semana siguiente.

Aún así, nos dimos una vuelta por el campus, y entramos en un pabellón del que entraban y salían muchas familias con los “nenes” a los que traían a ver el campus… Es como dice Leela, el personaje de Futurama, en un capítulo en el que van a Marte para apuntarse a la universidad marciana, cuando Fry le comenta que él, en el siglo XX, se sacó un título universitario… “¡Ah! ¡Todo el mundo sabe que las universidades del siglo XX básicamente eran carísimas guarderías!”… Puede que en el resto del mundo no sea así, pero realmente, podéis creerme si os digo que los adolescentes americanos que entran en la universidad vienen aquí a aprender a leer y a escribir… Ya profundizaré en este tema, pero lo que está claro es que el “merchandaising” que tienen que hacer las universidades para que los papás decidan dejar a sus hijos en esta o aquella universidad es, cuando menos, curioso.

Yo me empeñé en preguntarles allí a las tipas que había informando a los “future students y sus papás” algo sobre nuestro alojamiento. Pablo no quería que les preguntara, y estaba bastante en lo cierto, porque lo único que conseguí fueron caras de pasmo, porque el estatus de “short-term scholar” no parecía sonarles de nada… Pronto descubriríamos que a los de la universidad, ¡como si nos montábamos la tienda de campaña en una cuneta!

Al hilo de esto, nos dirigimos a continuación a la zona este del campus, en la cual yo tenía grandes esperanzas, porque me parecía que aunque todo lo que habíamos visto hasta ahora eran casitas y casuchas bajas de todo tipo, la zona donde estaban los apartamentos de estudiantes tenía que ser, sin duda, zona de edificios de pisos ¡¡y con muy buena pinta a juzgar por las fotos que había visto por internet!! Lemon Street me iba a enseñar lo equivocada que estaba.

(Foto: lila.data-systems.biz 27/08/2006)

miércoles, 16 de agosto de 2006

Denny's

Cuando llegamos al hotel estábamos cansados, magullados, yo estaba roja como un tomate y además estábamos hambrientos… Como no habíamos comprado nada en el supermercado al que habíamos ido, nos vimos forzados a bajar al restaurante que había en la esquina del hotel, de una cadena llamada Denny's y que hay que decir que ha sido casi nuestra casa mientras estuvimos en el Best Western.

Pablo tenía antojo de comerse un sándwich, así que como el sitio se parecía mucho al VIPS, nos atrevimos con un par de sándwiches… (No es lo mismo Berta, puedo asegurarte que echo de menos nuestras noches de VIPS), pero igual que el VIPS, las fotos de la carta tienen mucho mejor aspecto que lo que en realidad servían, a excepción de la tarta de chocolate que nos zampamos de postre pa ahogar nuestras penas en choco… ¡¡Qué buena estaba!!

Por supuesto, dentro del restaurante hacía un frío que pelaba, y a pesar de que la camarera fue muy majeta y al vernos con cara de deprimidos nos puso una buena ración de tarta con un buen montón de nata, en cuanto acabamos de comer nos retiramos a la habitación, a digerir todo lo que habíamos visto durante el día…

Como aún no habíamos visto apenas nada de Tempe, yo tenía la esperanza de que encontraríamos barrios mucho más “urbanizados” y familiares en las zonas en las que viven los estudiantes (¡ilusa de mí!).

martes, 15 de agosto de 2006

De vuelta al hotel...

Vaya, ¡y pensar que sólo os he contado dos de los veintiocho días que llevamos aquí! ¡¡Llevo un poco de retraso, la verdad!!

No os preocupéis, a partir de determinado momento, esto se vuelve monótono hasta decir basta, así que disfrutad de momento de mi relato pormenorizado, porque a no ser que ahorremos pa ir a Las Vegas (y la situación en los aeropuertos mejore un poco), me parece que voy a tener que abandonar este blog, porque se me va a volver terriblemente rutinario…

Bueno, a lo que iba, estaba contándoos que cogimos un autobús de vuelta al Downtown Tempe y tardó lo suyo en llegar hasta allí (así como media hora… Imaginaos… Habíamos recorrido andando bajo el sol abrasador lo que el autobús hacía en media hora… Por supuesto, ni que decir tiene que no hemos vuelto a repetir “hazaña” similar…

lunes, 14 de agosto de 2006

Inconvenientes del servicio de autobuses

Lo único que se puede decir es que por muy buenos que sean los autobuses, el transporte público resulta y resultará siempre insuficiente en ciudades que están única y exclusivamente pensadas para cañoneros…

Además, también tengo que decir que el servicio en domingos es muuuuy reducido: casi todas las líneas terminan alrededor de las diez (cuando normalmente terminan a eso de las doce o la una). Total, que el domingo ¡no se puede ir demasiado lejos!

Lo último es que a partir de cierta hora, los autobuses sólo los utilizan tipos raros o friquis (como si todos los "seminormales" desaparecieran en sus madrigueras)… Lo bueno es que por lo menos, aunque algunos de ellos dan miedo, aparentemente son inofensivos…

Rompo una lanza en favor del servicio de autobuses de Phoenix

1) LAS RUTAS

Las rutas del servicio de autobuses de toda la zona de Phoenix son facilísimas, tanto como el trazado de las calles: la mayoría de las rutas van o de norte a sur y viceversa, o de este a oeste y viceversa. El inconveniente de este método es que si quieres desplazarte en diagonal de un punto a otro del mapa, lo más probable es que tengas que coger dos autobuses.

Otro aspecto positivo de las rutas de autobús es que la mayoría de ellas son lo suficientemente largas como para recorrer varias de las ciudades de los alrededores de Phoenix: en nuestra zona por ejemplo están Tempe, Mesa, Scottsdale, Chandler, etc.

2) EL SISTEMA

El sistema es sencillo: Existe una guía estupenda, que es un libraco gordísimo y que regalan en los autobuses, que llama BUS BOOK. En él aparecen absolutamente todos los horarios y rutas de los autobuses y también en él indican donde se pueden comprar los billetes, cuánto cuestan, etc… ¡Y todo ello en inglés y en español! (Aunque, siento decirlo, el español a veces deje un poco que desear).

Los billetes sencillos cuestan 1,25 dólares, pero cuando te montas en el autobús, el conductor te da un papelito amarillo en el que figura la hora hasta la que puedes utilizarlo para seguir montando en otros autobuses (suelen ser dos horas y es bastante útil).

3) LOS CONDUCTORES

Los autobuseros arizónicos son una raza bastante particular. Por lo general, son todos unos personajillos: bastante enrollaos, hasta el punto de que algunos ¡¡¡te meten unos rollos!!! Durante nuestros primeros días nos encontramos por lo menos con uno que quiso aprender español con nosotros de manera espontánea y un negrata (de estos incomprensibles por el acento) que por lo visto había estado en España, y le encantaba, y nos contó toda su aventura española (no entendimos ni jota, la verdad). Además, son gente muy servicial (si les pides que te paren entre paradas, casi seguro que lo hacen; o si necesitas que te avisen cuándo bajarte)… ¡¡Dignos de conocerlos!!

4) LOS PROPIOS AUTOBUSES

En general, no son autobuses de última generación… Con deciros que para avisar de que te vas a bajar hay que tirar de un cordón (o “jalar de la cuerda”, como reza el cartel en español)… Parece ser que el año pasado eran aún más antiguos, porque por lo visto han renovado la flota este año; pero tienen dos características principales que los hacen utilísimos: una es que TODOS están completamente adaptados para minusválidos en silla de ruedas o en triciclo a motor (¡¡¡Aprended en España!!! Eso se consigue con cuatro duros, no hace falta más) y la segunda es que TODOS tienen un portabicicletas en la parte delantera en la que caben dos o tres bicicletas; lo cual los hace doblemente útiles.

(Fotos: 1) www.tempe.gov 13/08/2006, 2) y 3) cosecha propia y 4) www.asuwebdevil.com 13/08/2006)


Nuestras limitaciones de movilidad

Cuando salimos del cine ya eran casi las siete de la tarde, así que nos atrevimos a dejar el aire acondicionado para salir a que el aire calentorro de la calle nos volviera a pegar un bofetón.

Como ya os he dicho, aunque hubiéramos querido, no habríamos podido volver andando, así que nos decidimos a coger el autobús (había justo una parada a la salida del Arizona Mills).

Muchos habéis preguntado por el transporte aquí. Sobre eso, os puedo decir dos cosas:

1) Que nos dimos cuenta de que sin una bicicleta íbamos a morir en el intento de vivir aquí, sobre todo teniendo en cuenta que, con toda probabilidad, no íbamos a encontrar un alojamiento dentro del campus (las residencias que hay en el campus están reservadísimas para los estudiantes y como el estatus de Pablo en esta universidad es más bien difuso, nadie había sugerido que pudiera tener derecho a ocupar alguna habitación en el campus, así que dábamos por hecho que no lo tendría, y estábamos en lo cierto).

2) Que inmediatamente vimos que podemos confiar en el servicio de autobuses. Actualmente, es el único medio transporte público de la zona. Hay una especie de tren ligero –del estilo del que quieren construir en Madrid en la zona de San Chinarro- en construcción, cuyas obras terminan en 2008; pero los autobuses, desde un primer momento, nos sorprendieron positivamente: se ven muchos recorriendo todas las calles en todas las direcciones y a medida que hemos ido descubriendo como funcionan, nos parece que tienen toda una serie de ventajas, que los autobuses de Madrid (que no tienen una mal servicio, todo hay que decirlo), ni las huelen.

viernes, 11 de agosto de 2006

Superman returns


Después de comer, fuimos a echar un ojo para ver que películas ponían en el multicine y vimos que estaba Superman returns, así que nos decidimos a entrar.

De los cines no hay mucho que decir, bastante parecidos a multicines de cualquier parte del mundo, lo único que nos llamó la atención fue que el aire acondicionado estaba AÚN más fuerte que en el resto del centro comercial… Total, que aquello parecía el polo norte (debía de haber así como 30 grados de diferencia entre la temperatura exterior y la de dentro del cine…). Yo no me había traído chaqueta (¿¿¿quién se lo iba a imaginar???), así que me tuve que hacer un ovillo humano durante la peli.

Antes pusieron un montón de trailers de películas que van a estrenar este verano, y creo que nos vamos a poner las botas, sobre todo en lo que se refiere a películas de animación. La película nos gustó moderadamente, porque pensamos que Bryan Singer podría haberle sacado más jugo, la verdad. Además, pensamos que se abusa demasiado de las escenas hechas por ordenador (días después han puesto en la tele Superman I y Superman II y nos hemos fijado en que los efectos especiales de muñequitos, plastilinas y maquetas son mucho más cutres, pero más efectivos que las flipadas esas por ordenador) y había algunos momentos en los que la peli se hacía larga, pero tampoco estuvo mal: guarda mucho parecido con las películas clásicas (después de haber visto Smallville, y haberle cogido cariño a ese Lex Luthor, se le echa de menos un punto un poco menos lunático, aunque Kevin Spacey tampoco está mal y hay que decir que el resto de los personajes son menos ñoño/repulsivos en la peli).

(Fotos: 1) www.theepochtimes.com 10/08/06, 2) smallville.warnerbros.com 10/08/06)

Arizona Mills Mall

A partir de entonces, el paseo si que se convirtió en un autentico infierno… Yo estaba fatal, me daba vueltas la cabeza, y teníamos que ir metiéndonos en cada tiendecita de gasolinera que veíamos para recuperar un poco el aliento y comprar una botella tras otra de agua, para no morirnos de deshidratacn…

Una vez que cruzamos Baseline Road, pasamos por debajo de un puente de la autopista, por fin llegamos al bendito Arizona Mills Mall (os aseguro que aún no se cómo conseguimos llegar hasta allí). Entramos por la primera puerta que estaba más a mano (otra vez, puñetazo de frío), que era una enorme tienda de deportes, tipo Decatlon. Aquí os pongo una foto de una de las entradas del mall...

Yo estaba pa verme: mi piel tenía una tonalidad rojizo-morada y desprendía calor, como si fuera una resistencia de freidora (al cabo de una rato de aire acondicionado, se me empezó a pasar)… Echamos a andar otra vez por dentro del centro comercial, y nos teníamos que ir sentando de vez en cuando, para no desfallecer… Allí dentro confirmamos definitivamente lo de que los conceptos “mall” y “compra útil” eran incompatibles: tiendas de zapatos, de ropa, de juguetes, de pijadas, de deportes, de joyas, de más pijadas, de perfumes… Pero nada más.

Si alguna vez habéis estado en el Factory de Getafe, os haréis muy bien a la idea de lo que es esto del Arizona Mills… Eso, el Factory, pero a lo bestia.

Al final, después de dar toda la vuelta al centro comercial (que por supuesto, tenía solamente una planta… Si llega a tener más, hubiera pasado de ser monstruoso a ser algo peor), llegamos a una zona enorme en la que había mogollón de mesas y alrededor, toda clase de puestos de fast food: varias de comida mejicana, alguna de comida china, varias de comida “americana”, la pizzería de César (Sbarro), un Subway, etc. Al fondo que aquella zona, había un IMAX y un multicine.

Como ya eran las dos y pico (le tuvimos que preguntar la hora a una señora, porque yo llevaba mi reloj con la hora de España, y no teníamos ni idea de que hora era…), y el hambre apretaba, decidimos comer, y después, con la barriga llena, ya decidiríamos como volver al hotel (descartando la opción de desandar el camino, por supuesto).

Nos decidimos por el Subway, y me costó Dios y ayuda entenderme con los dependientes, que parecían no haber visto una guiri colorá en toda su vida (vaya cara de idiotas ponían, de verdad), pero al final, pudimos comernos un par de bocatas que no nos entusiasmaron demasiado, la verdad, porque el pan tenía pinta de ser de barra, pero era en plan tipo bimbo lleno de migorra, y en lugar de atún, ponían una “pasta con sabor a atún” un poco asquerosa…

(Fotos: 1) www.tempecvb.com 10/08/06, 2) y 3) cosecha propia)

jueves, 10 de agosto de 2006

¿La "ciudad" de Tempe? ¡¡¡Pero si esto es el desierto!!!

Dentro de la cafetería, mientras nos tomábamos uno de esos batidos-de-café-à-la-Starbucks, planificamos que íbamos a buscar alguno de los supermercados que figuraban en el mapa… Parecía que había bastante variedad, porque todavía no habíamos aprendido que los americanos distinguen totalmente entre lo que ya os he comentado, lo que es “vamos a comprar comida y cosas necesarias de índole doméstica” y “vamos consumir otras cosas”. Esto implica que ninguno de los “malls” (centros comerciales) que podáis ver en los mapas de Phoenix tiene supermercados. Curiosamente, yo pensaba encontrar un super “útil” cerca o dentro del campus, pero… Mi gozo en un pozo. No me preguntéis de qué comen los estudiantes, porque no lo sé. Pero lo que es ir a la compra, es algo que no hacen.

En cualquier caso, nos pusimos en marcha, Mills Avenue abajo. El mapa, como podéis comprobar en el post anterior ¡¡parecía tan fácil!! ¡¡Todas las calles tan paralelas y perpendiculares!! ¡¡Todo tan aparentemente cerca!! (y un rábano). En fin… Andamos… ¡¡¡¡Y andamos y andamos y andamos!!!!

El primer supermercado que encontramos millas y millas más allá era un Walgreens, pero sólo era drugstore (tipo farmacia) y tonterías similares (panchitos, patatas, etc.). Les pregunté a los dependientes si tenían convertidores de enchufes europeos y me miraron con cara de “¿Qué demonios nos está pidiendo la tipa esta del acento raro…?”, hasta que al final uno de ellos cayó del guindo y nos mandó otra milla y pico más para abajo, a una tienda de electrónica llamada Radio shack.

Lo que comprobamos durante el paseo fue:

a) Que el calor de Arizona es ENDEMONIADO.

b) Que la fisonomía de estas ciudades es realmente curiosa: aparte de unos pocos edificios en el campus y el downtown Tempe, el resto de la “ciudad” (nada que ver con el concepto europeo de esta palabra) consiste en casitas bajas de una planta (ni siquiera de dos), muchas de ellas como si estuvieran construidas de una pieza (tipo caseta de obra), agrupadas en urbanizaciones que están separadas por larguíiiiiiiiisimas avenidas de varios carriles, con gasolineras aquí y allá y ni un triste sombrajo bajo el cual guarecerse del sol abrasador… Vamos, que es un ecosistema hostil a todo aquel que no vaya montado en un Cañonero con el aire acondicionado a tope… Y a mí ni siquiera se me había ocurrido ponerme protector solar…

Después de conseguir llegar al Radio Shack (que en el mapa está en el cruce de Mills Avenue con Southern Road… Sí, sí en el mapa parece que esté a la vuelta de la esquina) y hacernos con un convertidor de enchufes, cruzamos la calle y entramos en otro supermercado, el Fry's, que esta vez sí que tenía comida, por suerte, porque ya estaba empezando a perder la esperanza.

Y todo hay que decirlo, no sólo tenía comida, sino que tenía MUY buena comida: filetes con muy buena pinta (y no demasiado caros), pescado (no demasiada variedad, pero chico, después de lo de Alemania, no voy a ser yo la que le pida peras al olmo) y una variedad increíble de verduras (¡Sí!)… Aunque la verdad, en esos momentos, que mi cabeza estaba tan ardiendo que hasta me daba la sensación de que me iba a explotar, no estaba yo para bendecir la comida de ningún sitio, sobre todo considerando que durante los días que nos quedáramos en el hotel, no podíamos comprar nada que se pudiera estropear mínimamente…

En ese momento, Pablo sugirió que compráramos algo preparado y nos volviéramos al hotel en bus… Pero que va, yo que nunca hago caso a las proposiciones razonables, le dije “¿Por qué no intentamos llegar al Arizona Mills Center (uno de los centros comerciales que parecía de los más grandes) para averiguar que es lo que hay allí?”…

Así que, a pesar de la insolación, del calor que iba en aumento y de que aquello no tenía visos de estar cerca EN ABSOLUTO, nos echamos a andar otra vez; esta vez hacia el oeste, porque el Arizona Mills Center estaba dos manzanas/bloques/cuadras (como lo prefiráis) al oeste y una al sur…

martes, 8 de agosto de 2006

Downtown Tempe

Siguiendo el mapa, nos dirigimos al famosísimo “centro de la ciudad” de Tempe.


En realidad, este concepto de “downtown” es bastante curioso, porque en realidad, se refiere a “acumulación de tiendas, comercios y restaurantes que hay en lo que se considera centro de la ciudad” y con comercios, no me refiero a nada útil que uno requiera para su vida diaria (tipo papel de water, entendámonos), si no al “shopping” de tonteriitas (ropa, gafas de sol, librerías pijas, arte indio, etc…).

El downtown Tempe es en realidad un fragmento de una avenida, la Mills Avenue, cuyos edificios tienen aspecto de calle principal de pueblo del Oeste, pero remodelados. Hay bastantes restaurantes, en los que no sé si nos atreveremos a entrar, porque tienen pinta de ser muy pijos y también hay un par de cines (un multicine y uno de los de toda la vida, de una sola sala…)

Nos recorrimos la avenida entera, hasta que entramos en una placita en la que vimos que estaba la oficina de turismo así que, ni cortos ni perezosos, nos metimos allí, a ver si nos podían orientar con lo de las búsqueda de alojamiento. En realidad, sobre eso no nos dijeron nada, pero nos dieron unos cuantos mapas más de supermercados, de rutas de bicicleta, etc. y nos dijeron que quizás sería buena idea pasarnos por la Cámara de Comercio de Tempe para que nos ayudaran con lo del alojamiento (al final, nunca pasamos por allí…).

Después de muestra visita a la oficina de turismo, teníamos ya tanto calor (sólo eran las 9 de la mañana) que nos metimos en una cafetería que por dentro parecía un saloon que habíamos visto al subir la avenida… Otra cosa terrible del calor aquí es que dentro de los sitios, el aire acondicionado está a tope, con lo cual, el golpe de calor al salir a la calle se queda en nada en comparación con el golpe de frío de los aires acondicionados… Un milagro que no hayamos cogido una pulmonía todavía…

(Estoy viendo que mis fotos no son excesivamente buenas... Prometo intentar hacer algunas mejores y reponer algunas de estas, que no son demasiado significativas... De momento las que os he puesto son de 1) La plaza de la oficina de turismo, que está en el edificio del fondo, 2) El cine y 3) La cafetería-saloon).

El campus de la ASU

Cuando llegamos a la zona del campus de la ASU (hay que decir que es uno de ellos, porque la ASU en realidad es enorme y tiene “campuses” desperdigados por todo Phoenix: al oeste, el del downtown Phoenix y aquí al sureste, el de Tempe, y el politécnico), empezó a llover un poquito, y en un segundo estaba cayendo una chufa de agua. Nos resguardamos como pudimos debajo de un techillo hasta que escampó un poco (tardó poco, la verdad).

Luego fuimos recogiendo folletos y revistillas gratuitas sobre la vida estudiantil y, sobre todo, sobre alojamiento (busco compañeros/condominium con piscina/apartamento con tele… Esas cosas) por todo el campus.

El campus de la ASU es bastante bonito, todo hay que decirlo. También se nota que es relativamente nuevo (este año celebran los 50 años), y los edificios tienen, casi todos, un toque colonial, de esos edificios que salen en las películas del sur de Estados Unidos, muy blanquitos, con columnas (como los que salen en Lo que el viento se llevó). Uno de los edificios más chulos es la Hayden Library; Pablo ya ha hablado de ella (podéis ver una foto en su blog).

De momento, y como no estamos en temporada de clases (el semestre comienza el 21 de agosto) no había casi nadie en el campus (sobre todo, teniendo en cuenta que eran aproximadamente las 8 de la mañana). La densidad de población ha ido aumentando paulatinamente durante los últimos días, y suponemos que cuando llegue el momento de comenzar el semestre esto se va a poner hasta los topes.

(Perdonadme la foto, no es muy buena, intentaré hacer alguna más maja...)

sábado, 5 de agosto de 2006

Discovering Tempe


Por supuesto, lo primero que sentimos al salir del hotel a las siete de la mañan
a fue de nuevo el bofetón de la pared de aire caliente. Por suerte, estaba nublado, así que de momento el sol no pegaba con toda su fuerza…

Cruzamos el Tempe Town Lake, que es un lago creado en el cauce del mi
smísimo Río Salado, al otro lado se ve el estadio de los Sun Devils (toda una sensación por aquí) y seguimos andando hacia el campus de la ASU

Y andamos y andamos… Vaya, mirándolo con perspectiva, puedo decir que llegar hasta el campus fue un paseito corto, aunque casi tardamos 20 minutos en llegar… Pero nos dimos cuenta de dos cosas:

1) que aquí lo de “andar” no se estila: vamos, como que no había ni Dios en la calle: sólo un grupo de obreros en las obras públicas. Porque eso sí, pa que no echemos de menos Madrid, aquí hay obras y zanjas por todas las esquinas… Sin ir más lejos, University Drive –podéis verlo en el mapa- que es una de las calles principales de Tempe, tiene cortado todo un carril y están las escavadoras todo el santo día dale que te pego…

2) que aprovechando que no hay nadie por la calle, que las aceras son, por lo general, gigantescas y que Tempe es una friendly bicycle city (lo de “city” con matizaciones), se convierte en un lugar ideal para ir y venir en bicicleta a todas partes.

Mapa de Tempe

Os pongo aquí un mapilla de Tempe pa que os hagáis una idea de nuestras idas y venidas...

Después del desayuno, cogimos el coche de San Fernando, decididos a patearnos todo Tempe si era necesario *JA* Qué ilusos. Teníamos un par de mapillas que nos había traído Tony al aeropuerto, muy útiles para hacerse a la idea de dónde estaba todo, pero nada útiles para calcular las distancias… ¡¡¡Muy pronto descubriríamos lo que vale un peine!!!

(www.asu.edu/clas/csss/csss/img/Tempe.gif 04/08/2006)

jueves, 3 de agosto de 2006

American Breakfast

Al día siguiente nos levantamos bastante temprano (no me acuerdo cuando, pero fue algo así como a las seis de la mañana), cuando todavía era de noche (pero noooooo, no hacía ni pizca de fresquito, chicos!!!) y fuimos a desayunar en el hotel… Claro, ese primer día tocaba probar todo lo que había en el buffet, por muy asqueroso que fuera, para luego crear una costumbre…

Cosa curiosa, y que Pablo ha echado de menos durante toda nuestra estancia, fue que en todo el buffet no había ni GOTA de chocolate… Lo mismo estos se creen que el chocolate engorda y es malo para la salud… *JA JA* Tendríais que haber visto lo que se metía más de uno/a entre pecho y espalda todas las mañanas… Había un par de máquinas para hacer gofres (¿que con qué se comen el gofre? ¿Con chocolate, con nata? No señor: ¡con sirope de savia de arce!), un armario lleno de donuts tipo Homer, pero sin gracia (más bien parecían polvorones) y un bote lleno de mermeladas raras entre las que estaba ¡¡¡cómo no!!! la inenarrable mantequilla de cacahuete (preguntadle a Pablo, a ver qué os dice).

Eso por el lado colesterólico. Luego había cosas más normales, en plan: pan para tostadas, una máquina de zumos bastante maja, una fuente de agua fresquita que nos ha salvado la vida todos estos días (el agua del grifo calentorra está condenadamente mala), cereales, manzanas y naranjas… Etc. Al final nos abonamos al desayuno continental tipo zumo de naranja, corn flakes Pablo y yo frostis de Kellog’s + par de tostadas con mermelada de uva (¡estaba buena!) y café/té.

(Seguro que Fran y César me torturan por este post… No pienso daros más detalles, ¡hala! Los detalles se acaban cuando yo lo digo, ¡que pa eso soy yo la que escribe el blog!).

Lo del horario

Ah, se me olvidaba comentaros esto (Tony nos lo comentó en el coche yendo hacia el hotel). Resulta que la explicación de que fuera tan de noche a las 9 de la tarde es que aquí no atrasan la hora con el horario de verano… A primera vista, esto no tendría porqué ser un problema más allá del gasto de energía que eso supone (pero bueno, no le vas a pedir peras al olmo, ¿no? Lo del medio ambiente y el gasto de energía, etc. son conceptos desconocidos para esta gente), pero resulta que sí lo es, y un problema bien GORDO: como hace tanto calor, no es demasiado bueno estar en la calle (y menos al sol) aproximadamente de 2 pm a 7 pm, que corresponde, más o menos, a las horas reales de 4 pm a 9 pm… Es decir: toda la tarde. Si tenemos en cuenta que a partir de las 8 pm se pone el sol y que es altamente recomendable NO estar en la calle después de que esto ocurra (por lo que más adelante os comentaré), las horas en las que se puede salir al “mundo exterior” se reducen al intervalo entre las 6 de la mañana (que son como las 8), hasta las 12 del mediodía… ¡¡¡FORZOSAMENTE hay que hacer vida matutina!!!

Best Western Inn of Tempe

Habíamos elegido este hotel porque era relativamente barato y, según el mapa (cosa que matizaré posteriormente) parecía estar bastante cerca del campus de la ASU. Lo que también nos daba confianza era el hecho de que fuera una cadena internacional: los hoteles de cadenas suelen ser monótonos, en el sentido de que todos se parecen una barbaridad, sin importar su ubicación, pero precisamente por la misma razón sabes que no te van a sorprender demasiado.

Si queréis ver la página web del hotel, pinchad aquí.

Hubiéramos querido reservar la habitación que tenía nevera, microondas y jacuzzi (no tanto por el jacuzzi, ¡sino por lo otro!), pero al final dejamos la reserva para demasiado tarde y tuvimos que reservar una habitación ordinaria, que tampoco estaba mal, la verdad, porque tenía dos camas enormes y una televisión enorme con ciento y pico canales de cable (en la línea del Cañonero: todo huuuuge, como dicen ellos), aunque sí es verdad que hemos echado bastante de menos la típica neverita de habitación de hotel a la que le sacas todas las bebidas estúpidamente caras para meterle tus propios embutidos…

Pues eso, nos despedimos de Tony después de meter todas nuestras maletas en el cuarto del hotel, Pablo llamó a sus padres por el skype (¡Gran invento el skype! Nos está sacando de más de un apuro) y luego encendimos la tele y nos hizo mucha ilusión (y nos produjo un gran sentimiento de familiaridad) ver que estaban poniendo South Park… Pero no duramos mucho, porque a eso de las diez y media yo ya estaba roncando a pierna suelta (¡y Pablo ya llevaba un buen rato!).

(La foto la he hecho yo, ¿o qué os habíais creído?)

Cañoneroooooossssss


Otra cosa que nos llamó inmediatamente la atención fue el tamaño de los coches, si es que a eso se le pueden llamar coches…(Es cierto que el de Tony es un coche grande, sobre todo por dentro, pero no es una rachera gigantesca) ¿Habéis visto el capítulo ese de los Simpson en el que Homer se compra un todo terreno y luego resulta ser de mujer y se lo regala a Marge y Marge se vuelve una loca del volante? Pues aquí todo el mundo tiene un canyonerouuuuu esos… (Quizás la musiquilla de aquel capítulo os refresque la memoria…).

Musiquilla del anuncio del Cañonero

Por cierto, si sentís curiosidad por saber lo que dice la letra, he visto que alguien en un foro la ha traducido:

Traducción de la letra de la cancioncilla

El problema surge cuando el modo de vida de esta gente gira precisamente en torno a esto: a tener un canyonerouuuuu y a utilizarlo absolutamente para todo: ¡hasta para ir al water! En todo caso, todavía no nos dimos cuenta de ese pequeño detalle, ya que Tony nos dejó en la puerta del hotel (Best Western Inn of Tempe) que teníamos reservado para los diez primeros días de nuestra estancia.

(Foto: www.fortunecity.com 02/08/06)

Welcome to Arizona

La verdad es que fue una suerte que colocaran la pasarela entre el avión y el aeropuerto y no nos hicieran bajar a pista, porque quizás nos habríamos negado a bajar del avión de haber sabido el puñetazo de calor que nos esperaba… Por suerte, como ya digo, pudimos pasar del avión al aeropuerto casi sin enterarnos, después de haber dejado salir a todos nuestros compañeros de vuelo que llegaban con retraso a sus conexiones (llevábamos casi hora y media de retraso, así que seguramente la mayoría de ellos se quedaron en tierras arizónicas). El aeropuerto de Phoenix no es demasiado grande, aunque tampoco tuvimos tiempo de ver mucho… Tampoco es que hubiera ganas, después del atracón de aeropuertos que nos habíamos pegado…

Pronto nos encontramos con Tony García, el jefe de Pablo aquí, que había venido a buscarnos (por suerte, estuvo atento y miró en Internet lo de que nuestro vuelo venía con retraso, y así no tuvo que esperarnos demasiado rato). Nos había traído un montón de información turística de la zona, en particular de un parque natural llamado Sedona que está un poco más abajo del Gran Cañón, y nos recomendó mucho que fuéramos a visitarlo. Claro, nos recomendó que fuéramos en coche el siguiente fin de semana porque creo que aún no sabía sobre nuestras limitaciones de movilidad… Bueno, ¡¡¡en realidad nosotros tampoco sabíamos lo limitados que íbamos a estar!!!

Recogimos las maletas que, por suerte, llegaron sanas y salvas y todas (yo tenía serias dudas con respecto a esto último), aunque el servicio de seguridad había registrado una de ellas y me habían dejado una amable nota advirtiéndome del asunto y disculpándose por los posibles candados rotos (¡suerte que no la cerré con candado!)… En la foto podéis ver el encabezamiento de la nota. No se lee muy bien, pero ya os imagináis lo que pone…

Una vez con Tony, nos dejamos guiar por él a través del aeropuerto (nos dirigimos al aparcamiento, donde estaba su coche) y claro, el bofetón de calor no se podía retrasar más… Puf! De repente, una pared de aire calentorro (o más bien, de no-aire) nos aprisionó al salir al parking… Una sensación bastante rara, ya que uno asocia la noche al fresco, cosa que aquí no se cumple en absoluto: era noche cerrada –raro, pues eran las 9 de la noche- y hacia un calor agobiante, como si no hubiera aire para respirar.

(Foto 1: www.fulton.asu.edu 02/08/06)

martes, 1 de agosto de 2006

Acercándonos a nuestro destino...

Como ya os digo, el segundo vuelo fue bastante tranquilo, aunque a Pablo se le hizo más largo que a mí. Matamos el rato dormitando un poco, viendo la peli que pusieron (una comedieta romántica con algún que otro punto gracioso llamada Shadows in the sun protagonizada por Harvey Keitel y Josh Jackson –más conocido como mejor-amigo-de Dawson-en-Dawson-crece-) y los documentales sobre hoteles de superlujazo en Phoenix (la verdad es que los cabrones se venden que da gusto). Por fin, parecía increíble después de tantas horas (1 de viaje hasta el aeropuerto + 2 en Barajas + 8:30 del primer vuelo + casi 4 en Philadelphia + casi 1 en la pista de despegue + 5 del segundo vuelo), pero tras unas nubes, apareció el cúmulo de lucecitas de Phoenix (que desde arriba parecía una ciudad de verdad)…

(www.momentumpictures.co.uk 31/07/2006)